Homilía: 'Cristo nos invita a preparar su venida en el amor fraterno'

La obra completa de la salvación, de paganos y de hebreos centrada toda en Cristo es para la gloria de Dios.

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La figura de Juan se presenta como la de un profeta severo, austero, impresionante, que fascina en su rectitud y autenticidad de vida. (SIPSE)
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MÉRIDA, Yuc.- Is. 11, 1-10; Sal. 71; Rm. 15, 4-9; Mt. 3, 1-123

I. Isaías 11, 1-10

Este fragmento forma parte del segundo grupo de oráculos del Profeta que comprende los capítulos del 7 al 12 y que va bajo el nombre de “Libro de Emanuel” y agrupa profecías que ven al Mesías. Isaías es el segundo Profeta mesiánico.

Este texto puede leerse en dos partes, la primera en la que se describe el descendiente davídico  (Is. 11, 1-5) y sus características y en la segunda los efectos de su conducción (Is. 11, 6-10).

En la primera (Is. 11,1-5), se describe el Mesías como descendiente de David, dotado del Espíritu de Dios, como rey justo y fiel.

La descendencia davídica es indicada con la mención de Jesse, padre de David, e imágenes tomadas del mundo vegetal: retoño brota de raíces; y la metáfora del árbol cortado en el tronco de la monarquía de Jerusalén, después de la invasión de Senaquerib, Rey de Asiria, en el 701 (siglo VIII de C.).

El Mesías es aquel sobre el cual viene el Espíritu de Dios y permanece. Pues en otros casos, por ejemplo en los jueces, el Espíritu les ayuda tan sólo mientras realizan la misión particular a la cual fueron llamados, y al terminarla se retira.

El Espíritu de Dios se manifiesta en algunos carismas que lo hacen apto para cumplir su vocación como son: “Sabiduría, inteligencia, prudencia, fortaleza, conocimiento y temor del Señor” (Is. 11, 2).

La traducción griega de los “Setenta” y la latina de la Vulgata tradujeron la última expresión del espíritu la primera vez con “piedad” y la segunda vez por “temor”.

Este texto ofrece así la lista de los siete dones del Espíritu que ha sido asumido posteriormente en la liturgia y la espiritualidad católicas.

Su abundancia y el número están indicando la perfección. El afecto de estas cualidades -dones de Dios- serán las cualidades del rey mesiánico, realizará la justicia y el derecho para todos. No cederá a las parcialidades, calumnias o falsas informaciones, será favorable a quien está más pobre y oprimido, y en esta conducta sabia y justa se expresará la fidelidad del Rey hacia Dios, ya que el máximo honor tributado a Dios consiste en realizar la justicia a favor del pueblo de Dios.

Is 11, 6-10

Segunda: Esta descripción ideal, presenta el cuadro de la era mesiánica en la que prevalece la paz. El pecado original del ser humano desencadenó la rebelión y el desquiciamiento; como el hombre se reveló a Dios, así las creaturas inferiores se rebelaron contra la persona y se engendró el desorden.

Ahora la reconciliación se describe como un nuevo paraíso en el que los animales feroces y los mansos pueden convivir y este orden reconquistado, esta armonía restablecida se trata de ejemplificar al decir que el niño podrá meter su mano en el agujero de la serpiente venenosa, sin que ésta le haga daño; al final de la visión pone en el centro la sana montaña es decir el lugar donde está el templo de Jerusalén del cual fluye la sabiduría del Señor, que llena la tierra.

Es una maravillosa contemplación profética-mesiánica antiquísima.

II. Rm 15, 4-9

Se encuentra en la segunda parte de la Epístola a los Romanos y es exhortativo.

Después de haber inculcado la caridad, San Pablo trata de la práctica de ésta en aquellos que son débiles en la fe, y hacia los que se consideran “fuertes” deben ser benévolos, que no sean ocasión de escándalo, y que sigan el ejemplo de Cristo.

Lo que sigue trata de:

1º. La consolación de las Sagradas Escrituras.

2º. La ejemplaridad de Cristo.

3º. La acogida recíproca en la caridad fraterna..

1º. Consolación de las Sagradas Escrituras (Rm. 15, 4).- El versículo precedente era una cita escriturística aplicada a Cristo. Tal cita ofrece a Pablo la oportunidad de proponer la utilidad de la Biblia, pues nos da la perseverancia, es decir la fuerza  para tener constantemente la mirada de la realidad de la fe, en medio a las dificultades, y nos da la consolación poniéndonos delante a las promesas divinas y la gracia de Dios.

2º. La ejemplaridad de Cristo (Rm. 15, 7-9).- Esta se da en base a la ejemplaridad de Cristo y de la gloria de Dios, para comprender así el designio salvífico de Dios. La acogida sigue ese ejemplo de Jesús, su amor hacia los paganos serán ejemplo de cómo actuar hacia aquellos que se han convertido.

Pablo ilustra el ejemplo de Cristo contraponiendo el plan de salvación hacia los paganos y hacia los miembros del pueblo elegido.

De los circuncidados Cristo se ha hecho diácono para mostrar y ejercitar la fidelidad de Dios en el cumplimiento de las promesas hechas a nuestros padres. En cuanto a los paganos ellos deben toda su salvación a la misericordia de Dios, que había ya dado su anuncio en el Antiguo Testamento.

La obra completa de la salvación, de paganos y de hebreos centrada toda en Cristo es para la gloria de Dios.

III. Mt 3, 1-2

Estamos iniciando la sección narrativa del Evangelio en el primer acto del drama del advenimiento del Reino de los cielos, es el acto que presenta la promulgación del Reino.

Tenemos tres partes:

1ª. Descripción de la figura de San Juan.

2ª. Presentación del Precursor.

3ª. Síntesis de su actividad y de su anuncio.

1ª. Descripción de la figura de San Juan el Bautista. (Mt. 3, 1-3), profetizada por Isaías.- El núcleo de su mensaje es: “conviértanse porque el Reino de los cielos está cerca” (Mt. 3, 2).

La invitación a la conversión recorre todo el Antiguo y el Nuevo Testamento. Presupone no tan sólo un cambio de mentalidad y criterios, sino un regreso de corazón al Dios de la Alianza, después del alejamiento llevado a cabo por el pecado.

Debe ser que en el mundo se respete al autoridad de Dios, y que el ser humano se convierta, se reoriente hacia el Señor. “Juan el Bautista lanza una invitación a la penitencia gracias a la cual se regresa del error que se abandona, se desprende de las malas acciones y se compromete a renunciar a los vicios y dependencias que esclavizan”.  (Como dice San Darío de Poitiers, In Math. II, 2-4).

2ª. Presentación del Precursor (Mt. 3,4-6).- Son los típicos rasgos proféticos: modo de vestir, el desierto, el tipo de alimento, la austeridad extrema, y la búsqueda que de él hacen las multitudes.

A esto se agrega un rito que es el del bautismo, acompañado de la confesión de los pecados de aquellos que desean recibirlo. La figura de Juan se presenta así como la de un profeta severo, austero, impresionante, que fascina en su rectitud y autenticidad de vida y hace que su palabra repercuta en forma tremenda en el corazón humano.

3ª. Síntesis:

La síntesis la ofrecen las 2 expresiones:

+ Preparen los caminos del Señor.

+ Enderecen sus senderos.

Se reitera la imagen de Isaías para la ya próxima liberación y se insiste que los caminos pasan por el corazón de la persona.

“Sus caminos” son las disposiciones interiores o actitudes profundas para favorecer su venida y nuestro camino hacia la libertad, manteniendo siempre viva la esperanza, y comprometiéndonos en las relaciones respetuosas con todos, basándonos en el corazón que sabe ofrecer hospitalidad.

Así se conforma la única familia humana en la fidelidad a Dios.

La vivencia de la fraternidad en la comunidad, imita a Cristo, en su fidelidad a la historia de la salvación.

Debemos educar nuestro corazón, “Dilata mi corazón” para entrenarlo a la aceptación, acogida, hospitalidad interior y profunda del otro.

Así realizaremos la doble dimensión:

+ Acoger el corazón: estima, comprensión, afecto.

+ Acoger en el hogar: con la hospitalidad.

Así lucharemos eficazmente ofreciendo la alternativa cristiana: de la conversión convertida en acogida y realizada en la fraternidad y la comunidad. Ante una persona que vive egoísta, solitario que camina por la calle entre la gente, absorto en sí mismo, porque va bebiendo su refresco preferido, escuchando en sus audífonos, distante, lejano, sin compromiso, aunque esté rodeado de personas.

Conclusión:

El Bautismo de Juan fue con agua y en la penitencia, y el bautismo de Jesús en el Espíritu Santo y fuego.

El fuego en la Sagrada Escritura indica el juicio preventivo de Dios en el tiempo escatológico. Este tiempo será siempre inminente y presente.

La Palabra de Dios de hoy se nos presenta con el rostro serio de la fe comprometida. Tanto Juan Bautista como Jesús iniciaron su predicación con la misma frase: “Conviértanse porque el Reino de Dios está cercano”.

Conversión, significa en el original griego: cambiar de mentalidad y perspectivas, y así modificar la propia vida. Porque podría suceder lo siguiente: ¿Qué ganarías con hacer el máximo esfuerzo si vas en la dirección equivocada? Por ello la conversión significa también: tensión, exigencia, búsqueda, humildad y decisión.

Significa descubrir el rostro del Dios de la justicia, porque “la justicia es el primer paso en el amor y el respeto, y la fuente del confiado abandono en Dios”, como bien dice G. Bernanos.

Es hacer surgir de una fe que está en cenizas, y que lleva a una práctica inodora, incolora e insípida, a una fe comprometida, sacrificada y operante.

“¡Oh, hombre!, te ha sido enseñado lo que es bueno, y lo que el Señor espera de ti: practicar la justicia, amar la piedad, y caminar humildemente con tu Dios” (Miq. 6, 8).

Que Él nos llene el corazón de gozo delante de su próxima venida, para tener el valor y la decisión de ser sus precursores ante nuestros hermanos en el mundo. Amén.                                                                             

Mérida, Yucatán, 8 de diciembre de 2013.

† Emilio Carlos Berlie Belaunzarán
Arzobispo de Yucatán

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