'Las obras buenas: puerta de ingreso al Cielo'

Fiesta de Cristo Rey. Ez 34, 11-12, 15-17; Sal 22; 1Cor 15, 20-26, 28.; S. Mt 25, 31-46

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En el marco del grande juicio final, el Rey de la humanidad sentado en su trono de gloria, dicta la sentencia. La evaluación es sobre las obras lo que hicimos o dejamos de hacer. (Contexto/grandesimagenes.com)
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SIPSE.com
MÉRIDA, Yuc.- Este domingo se celebra la Fiesta de Cristo Rey.

I.- Ez 34, 11-12  15-17

Este capítulo está en la tercera parte de la obra del profeta cuando reinició su predicación después de la tragedia de la caída de Jerusalén, para nutrir la esperanza de su pueblo. Trata de la responsabilidad de los jefes de los países vistos como pastor. Dios hace observaciones a los pastores de Israel, y les anuncia además que asumirá personalmente la guía de su pueblo.

Es un momento muy crítico, el del exilio, se dedica a reunir las ovejas, conducirlos hacía la patria; en donde El Señor cuidará de cada una y restablecerá la justicia entre los miembros del pueblo–rebaño y así reagruparlo.

Usa el Profeta varios verbos indicativos de la premura del Señor: buscar, cuidar, contar, revisar, reunir, conducir a descansar, curar la herida, traer a la perdida, apacentar.

La frase final que hemos escuchado nos reporta a la grandiosa escena del Rey -Pastor y juez- de Mt 25.

“voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carneros y machos cabríos” Ez 34.

El amor con el cual Dios cuida de su rebaño “yo hago justicia” no significa una amnistía general, ya que el mismo Profeta reporta más adelante:

“Yo mismo voy a juzgar entre la oveja gorda y la flaca… Habéis topado con los cuernos a todas las ovejas más débiles hasta dispersarlas fuera, yo vendré a salvar a mis ovejas…” (Ez 34, 20)

El amor con el cual Dios vela por su rebaño no puede venir a menos de la justicia, pero una justicia ejercitada en el marco del amor misericordioso de Dios.

II.- 1Cor 15-20

Influenciados por la cultura griega algunos cristianos de Corinto negaban la resurrección de los muertos.

Así también para el apóstol se enfrentan dos esferas de humanidad, Adán, pecador raíz de muerte y soledad, y la del nuevo Adán, Cristo “primicia” de vida y de gloria para todos aquellos que se adhieran a Él, para así configurarse en un solo cuerpo.

Por ello Pablo nos habla de que “primero Cristo”  “-primacía”-, y después “los que son de Cristo”.

Luego sigue la lucha contra todo lo que atenta al esplendor de la “creación” y del “ser”, y así todo será sometido a Dios y en Dios encontrará su consistencia e indestructible valor. San Pablo se inspiró en el Sal 109.1, que es el salmo mesiánico por excelencia.

Cristo, una vez realizada su victoria, pondrá todo en manos del Padre, la asamblea de los electos que forman Su Reino. El Reinado universal de Cristo, hará constante homenaje al Padre y la victoria definitiva sobre el último enemigo que es la muerte se llevará a cabo en la resurrección final de todos los muertos.

Cristo ejercitará una realeza de amor sobre todas las criaturas para que así “Dios sea todo en todas las cosas” (1Cor 15, 28).

III.- Mt 25, 31-46

El Evangelio que hemos escuchado es la última parte del discurso escatológico, en el que se describe el juicio definitivo en el cual son evaluados de acuerdo a si han o no ejercitado la misericordia.

La escena se reconstruye en una perspectiva real en la que el Rey victorioso reúne a sus leales y los premia y castiga a sus enemigos.

Pasaje que se vincula a la escena del Hijo del hombre descrita en el capítulo 7 de Daniel.

Este trozo subraya además:

•La trascendencia absoluta de Dios
•Su inmanencia en la creación y en la historia
•Su dimensión escatológica, que significa que todo tiene una finalidad y entra, en el único proyecto e integral de El Señor

Que significativo encontrar esta triple dimensión del mensaje cristiano, en contra de los pesimismos de una visión que subraya el silencio de Dios, lo absurdo del mundo, el crepúsculo del cristianismo, o un antropocentrismo sin trascendencia, que favorece el desencanto y la angustia existencial.

En el marco del grande juicio final, el Rey de la humanidad sentado en su trono de gloria, dicta la sentencia.

La evaluación es sobre las obras lo que hicimos o dejamos de hacer.

•Los justos a la derecha
•Los malvados a la izquierda

Lo interesante es ver como el Señor, en la dramática escena se siente solidario con los necesitados y más pobres: “Me dieron de comer, beber, me hospedaron, me vistieron, visitaron, fueron a verme…” ¿Cuándo?.

“Cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos conmigo lo hicieron” (Mt 25. 40). “Cada ser humano, cuya vida algún día será examinada por el juez, deberá meditar con frecuencia: en las personas más miserables, él se encuentra siempre con su propio juez”: (URS Von Baltasar).

Como bien dice el Profeta Isaías: “este es el ayuno que yo quiero, desatar los lazos de maldad… dar libertad a quebrantados,… partir al hambriento tu pan… si ves un desnudo lo cubras, de tu semejante no te apartes…  Entonces brotará la luz como la aurora…” (Is 58, 6-8). 

La acogida o rechazo de los más pequeños e insignificantes va bordando o no el vestido de bodas para el banquete celeste. Mateo ha tejido los dos hilos con los que expresa todo su mensaje:  La plena adhesión a Jesucristo, y el amor fraterno solidario.

IV Conclusiones

1. La fiesta de Cristo Rey culminando el ciclo litúrgico fue instituida por S.S. Pio XI en 1925.

2. La centralidad de Cristo en la vida espiritual, en la Liturgia y en la historia es la grande certificación de este domingo.

3. “La Providencia distribuye los dones a cada uno según conviene y según su valer, La Ley fue dada a los hebreos y la filosofía a los griegos. Pero a partir de Cristo, está la invitación a formar un sólo pueblo en el que sobreabunde la justicia, un pueblo que siguiendo la enseñanza fundada en la fe, se reúne en torno al único Dios de los dos pueblos, ya sean los griegos o los bárbaros, y más exactamente de todo el género humano”. (S. Clemente de Alejandría, “Stromati” 6, 159).

4. Manifestamos el amor comprometido a Cristo en la fraternidad solidaria con los más pobres, pequeños y desprovistos.

5. Nos pone también ésta celebración frente a la tremenda realidad del fin de nuestra vida y nuestra personal evaluación. Cristo ejerce su reinado al ofrecerse como “victima perfecta y pacificadora en el altar de la Cruz” donde nos redimió (Prefacio de la fiesta).

6. Siempre será verdad la hermosa frase: “Si vivimos con Cristo, si morimos con Cristo, resucitaremos con Cristo y reinaremos con Cristo”.

7. Esto nos lleva a verlo todo con: nuevos ojos y nuevas categorías que nos permitan vivir con una nueva jerarquía de valores.
Es bueno buscar esa soberanía de Dios en la cercanía de la persona y en su interioridad. Como lo dice san Agustín:

Tú estabas dentro de mí y te buscaba fuera, arrojándome impuramente sobre las cosas bellas que son tus criaturas.
Tú estaban conmigo, más yo no contigo. Me entretenían lejano de Ti las criaturas, que si no fuera por Ti, ni existirían.
Tú me llamaste y me guiaste hasta traspasar mi sordera.
Tú hiciste brillar sobre mí tu luz para alejar mi ceguera.
Tu has tocado el corazón, y ardo en el deseo de tu paz” (Confesiones).

8. San Juan Crisóstomo nos indica: ¿Quieres honrar al Cuerpo de Cristo?

No lo abandones si se encuentra desnudo, no le rindas honores aquí en el templo, para después descuidarlo ahí afuera  donde sufre a causa del frío y la desnudez.

9. La Arquidiócesis de Yucatán tiene 160 obras sociales, son una invitación a cooperar, colaborar, comprometerse al servicio de los más necesitados.

10. Pidamos a Dios nos conceda  por nuestra buena  vida, cargada de obras de misericordia en servicio fraterno y solidario a nuestros hermanos, escuchar la aprobación de El Señor:

“Vengan benditos de mi Padre… “a participar del Reino de Verdad y Vida, de santidad y gracia de justicia, de amor y de paz. (Prefacio). Amén.

Mérida, Yuc., 23 de noviembre de 2014.

† Emilio Carlos Berlie Belaunzarán
Arzobispo de Yucatán

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