'El que es de la verdad, escucha mi voz'

El relativismo puede llevar a las grandes empresas a seguir contaminando, viendo sólo la verdad de su propia ganancia económica.

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Hoy en día hay muchos que dicen creer y aceptar a Jesús, y que lo sienten en su corazón, y sin embargo, jamás han leído una sola página de su Evangelio. (revistasud.com/Foto de contexto)
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Solemnidad de Ntro. Señor Jesucristo
Rey del Universo

Dn 7, 13-14; Ap 1, 5-8; Jn 18, 33-37.

¡Sea alabado Jesucristo! Muy queridos hermanos y hermanas. En estos días pasados, luego de participar en la Centésima Asamblea de los Obispos de México, he participado en Bogotá del primer encuentro entre el Dejusol (Departamento de Justicia y Solidaridad de la Conferencia del Episcopado Latinoamericano), que me toca presidir, y la Repam (Red Panamazónica), que reúne a todos los organismos de la Iglesia que defienden la vida de los pobres y de la naturaleza en torno al río Amazonas. También participé en Roma del XXX Encuentro de los que en la Iglesia trabajan en la Pastoral de la Salud, tocando el tema de cómo la contaminación ambiental y el calentamiento global están dañando la salud del ser humano, especialmente de los pobres. Todos sabemos que el Amazonas es un gran pulmón para el mundo entero.

En los tres encuentros (Asamblea de la CEM; Dejusol-Repam; y de la Pastoral de la Salud) estuvimos considerando las grandes enseñanzas que nos ha dado el Papa Francisco sobre este tema del cuidado de la creación, en su reciente Encíclica “Laudato Si”. Como todos sabemos, “Laudatosi”, son las primeras palabras del cántico de san Francisco de las creaturas. Y el título significa "Alabados seas". No es el caso que nos preguntemos si nos estamos acabando el mundo debido a la contaminación y el calentamiento global, sino más bien la pregunta debe ser ¿qué tiene que hacer cada uno de nosotros, como individuos y como instituciones, para revertir este camino de muerte y destrucción?

Hemos llegado al último domingo del Tiempo Ordinario, con el cual termina este tiempo litúrgico, celebrando la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo. Esta fiesta final se anunciaba al haber celebrado en un sólo día a todos los santos, y en un sólo día a todos los difuntos. En realidad toda la liturgia cristiana celebra, durante todo el año, a nuestro Señor Jesucristo, en su encarnación, muerte y resurrección, es decir, la Pascua de Cristo (el paso de Cristo): su paso del cielo a la tierra, su paso por este mundo, su paso de la muerte a la vida, su paso de este mundo al Padre, su futuro paso, cuando regrese para juzgar a los vivos y a los muertos.

Cada vez que celebramos a María o a cualquiera de los santos, celebramos la Pascua de Cristo en la vida de cada uno de ellos. Cada vez que celebramos la Eucaristía por el eterno descanso de un difunto o de todos los difuntos, estamos celebrando nuestra fe en el que con su muerte nos alcanzó el perdón de los pecados, y con su resurrección hace nacer para nosotros y nuestros difuntos la esperanza de participar de la vida eterna por Cristo, con Él y en Él.

El siguiente domingo comenzará el santo tiempo del Adviento, que nos ayudará a prepararnos a celebrar cristianamente la Navidad. 

Jesús es, como dice san Juan en la segunda lectura, el Rey de reyes, que con su sangre hizo de nosotros un Reino de sacerdotes para Dios. Tú que no eres sacerdote por el sacramento del orden, eres sacerdote por tu Bautismo y, así como Jesús en obediencia ofreció como verdadero sacerdote la hostia de su cuerpo y su sangre en la cruz, tú también eres llamado a obedecer los mandamientos del Padre y a ofrecer tu cuerpo y tu sangre, la vida entera, tomando la cruz de cada día, al servicio de Dios y de tus hermanos.

Cuando renegamos de nuestra propia cruz, cuando no cumplimos los mandamientos divinos, cuando no servimos a Dios y a nuestros hermanos, no estamos viviendo nuestro sacerdocio bautismal. En la misma lectura, san Juan anuncia la segunda venida de Jesús, llena de gloria, a la vista de todos que podrán ver "al que traspasaron", que viene a juzgar a los vivos y a los muertos, por lo que "se golpearán el pecho todas las razas de la tierra". Él "es el que es, el que era y el que vendrá, el Todopoderoso". Celebrar esta liturgia nos da la oportunidad de golpearnos el pecho hoy mismo, arrepentidos, y dispuestos a reformar nuestra vida.

Primera lectura

En la primera lectura, el Profeta Daniel veía en su visión a uno "como Hijo del hombre", a quien le es dado "el dominio, la gloria y el Reino". Es el anuncio del Hijo de Dios, que se hizo Hijo del hombre, y que conquista como hombre un reino eterno para  los hombres, el reino de Dios. Y el santo Evangelio, según san Juan, nos presente el diálogo que Pilato sostiene con Jesús, ante de condenarlo a la muerte de cruz.

Jesús acepta ante Pilato que Él es rey, pero le dice que su reino es muy diverso de los reinos de este mundo. Jesús vino a este mundo "para dar testimonio de la verdad". Hoy en día hay muchos que dicen creer y aceptar a Jesús, y que lo sienten en su corazón, y sin embargo, jamás han leído una sola página de su Evangelio, y rechazan que haya una verdad en Jesús, a la que todos debamos creer, aceptar y servir. La imagen que tienen de Jesús es una que se han construido para que les sirva en algunos momentos difíciles. Pero definitivamente Jesús no es para ellos el Señor al que quieren seguir y servir, ni la verdad que aceptan y quieren defender y difundir.

El relativismo actual, nos invita a tener cada uno su verdad y a no meternos con la verdad del otro. Se trata de una verdad totalmente propia e individual, que destruye toda posibilidad de auténtica comunicación, toda posibilidad de progreso en la relación interpersonal. Se trata de una verdad que nos fabricamos, no una verdad que descubrimos y que podemos compartir con todos los que la han descubierto.

Ese relativismo puede llevar a las grandes empresas a seguir contaminando, viendo sólo la verdad de su propia ganancia económica. Ese relativismo puede llevar a los gobernantes a cerrar los ojos ante todas esas realidades que dañan al planeta y más aún a los pobres, cerrar los ojos para no ocuparse de otra cosa que no sea la verdad de la conservación del poder. Ese relativismo puede llevar a los individuos a pensar ante todo en sí mismos, destruyendo relaciones interpersonales, con tal de asegurar la verdad del bienestar personal.

El relativismo, como filosofía de la vida, es totalmente opuesto a la fe cristiana, que nos presenta a Jesús, Hijo de Dios vivo, como el camino, la VERDAD y la vida. Si alguien no cree en Cristo, que siga buscando la verdad que es una. Así lo hizo san Agustín y terminó creyendo en Cristo. Pero nosotros que nos llamamos cristianos, sigamos leyendo y escuchando las palabras de Jesús en su Evangelio. Sigamos reflexionando en el contenido de la verdad que Él nos ha revelado. Abracemos con inteligencia esta verdad, pero sobre todo con fe, para amar, defender y vivir esa verdad de Cristo. 

“Laudato si, oh mi Signore”, "alabado seas, oh mi Señor", por la vida de cada creatura, de las plantas y de los animales, por la verdad que contiene cada uno de estos seres y la verdad que dirige el universo entero. Alabado. Seas, oh mi Señor, habernos creado a los seres humanos a tu imagen y semejanza y, como hijos tuyos habernos constituido en custodios de la creación, capaces de descubrir, aceptar y servir a la verdad, esa verdad que nos hará libres. Escuchemos, pues la voz del Señor si pertenecemos a la verdad. ¡Sea alabado Jesucristo!

Mérida, Yucatán, 22 de noviembre de 2015

+ Gustavo Rodríguez Vega
Arzobispo de Yucatán

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