Cristo, el que camina junto a nosotros

El tercero de los siete domingos de Pascua tiene como centro a Emaús.

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En el tercer domingo de Pascua, se proclamara la Resurrección de Cristo. (SIPSE)
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SIPSE.com
MÉRIDA, Yuc.- El tercero de los siete domingos de Pascua tiene como centro una de las páginas más bellas de San Lucas: Emaús.

Ese lugar es simbólico porque coincide con la meta espiritual de la reconquista de la fe: aquella modesta cena de unos caminantes en una sencilla casa de Emaús revive la solemne escena de la última Cena terrena de Cristo.

Las lecturas de hoy: Hech2, 14. 22-33; Sal 15; 1 Pe. 1, 17-21; Lc 24, 13; 35

I.- Hech. 2, 14. 22-33

Tomado del primer discurso de san Pedro, el discurso de Pentecostés que tiene una función programática para toda la predicación apostólica, y para el mismo libro de los Hechos. La tesis es anunciar a Cristo, en dimensión de toda la humanidad, tiene tres partes, y el trozo que hoy escuchamos, contiene la 2ª. parte y el inicio de la tercera.

Proclamación de la Resurrección de Cristo. (Hech. 2, 14ª. 22-24):

Se inicia con una frase que señala dos acontecimientos importantes. La fiesta de Pentecostés; solemne y que reúne en Jerusalén grande muchedumbre de múltiples proveniencias. San Pedro además se levanta junto con los otros 11 y habla a nombre de todos; ya que con la elección de Matías se ha vuelto a completar el número de 12; dando así el signo del “Colegio Apostólico”; al “elevar la voz” indica la solemnidad del discurso. Procura ser una síntesis de la vida de Cristo: su actividad taumatúrgica (de hacer milagros); considerada como un aval de Dios a su Enviado-Ungido; su muerte en la cruz y la Resurrección.

Es una presentación-proclamación de todo el Evangelio, con la victoria de la Resurrección.

a) La cita escriturística(Hech. 2, 25-28):

Cita Pedro el salmo 15 según la traducción de los “70” en griego. En el hebreo el salmista expresa el deseo-oración de verse librado de la muerte “Tú no dejarás a tu fiel, que vea la fosa” o “que conozca la corrupción”. Y que se aplica muy bien a Jesús, que fue depositado en el sepulcro y que no conoció la corrupción.

b) De nuevo proclama la Resurrección de Jesús y anuncio del Espíritu. (Hech. 2, 29-33):

La profecía ahora se contempla desde la perspectiva del anuncio de Natán a David; que se cumple de manera trascendental en Jesús resucitado, descendiente de David, y para siempre sentado en el trono. Lo más original aquí es la vinculación que hace san Pedro entre resurrección y efusión del Espíritu Santo. Que Cristo sentado a la derecha del Padre lo ha enviado a sus discípulos, el día de Pentecostés; para manifestar la plenitud de su dignidad: Señor, igual al Padre y con el Padre enviando el Espíritu Santo.

II.- 1 Pe. 1, 17-21

El apóstol exhorta a sus oyentes a una vida honesta teniendo el horizonte de la salvación; y siempre con sólido fundamento doctrinal.

a) La paternidad de Dios (1Pe. 1,17):

Es un eco de la plegaria aprendida de labios de Jesús “El Padre nuestro”. Como “hijos de Dios” no estamos de ninguna manera dispensados de dar buen ejemplo con nuestra conducta. Dios que es Padre misericordioso también es juez, que evalúa las actuaciones de cada quien. La consecuencia debe ser la buena vida de aquellos que son peregrinos, en exilio hacia la patria y que serán evaluados acerca de su conducta. Así se quitan falsas seguridades y se mantiene la actitud alerta de responsabilidad.

b) La Redención en la sangre de Cristo (1Pe. 1,18-19).

Usa un lenguaje cultual y sacrificial. Dios en el Antiguo Testamento liberó a su pueblo de la esclavitud para convertirlo en “pueblo de su propiedad”. Esta liberación prefigura la obra realizada por Cristo, Cordero sin mancha, que con Su sangre, realiza la liberación que es el valor cultual-sacrificial de la obra de Jesús y va contra la tentación siempre amenazante de la idolatría, con una conducta que lleve a rechazar el primero de los mandamientos y por lo mismo a excluir la fe que es sencilla aceptación en la humildad del don de la salvación.

Al contemplar a Cristo Cordero que ha sido inmolado por nosotros comprendemos la exigencia de conducta que crea a los cristianos.

c) La resurrección del Señor (1Pe. 1, 20-21):

La centralidad de nuestra fe está en la Resurrección vista como tema y término de nuestra fe. Dios antes de la creación había predestinado a Cristo para su vocación redentora, y lo resucitó. Así se manifiesta la fe, en la adhesión a Cristo resucitado y a Dios que lo resucita. Liberados del proceder inútil anterior, en una existencia de superficialidad y muerte que no piensa en servir a los demás; y ahora la vida nueva en una existencia liberada, luminosa y comprometida en la promoción propia y de los hermanos.

III.- Lc. 24, 13-35

El tercero de los siete domingos de Pascua tiene como centro una de las páginas más bellas de San Lucas: Emaús. Es un grande símbolo de la Liturgia Eucarística de los cantos “Por la calzada de Emaús” y literario, basta hacer referencia la espléndida página que el gran Académico francés F. Mauriac le dedica en su “Vida de Cristo”.

a) Los dos discípulos que caminan Lc. 24, 13-28 que discuten entre ellos con su cara triste, retrato fiel de la crisis de fe, de la desilusión y de la discusión para cubrir un vacío que se hace cada día más angustioso. Se enciende una luz para ellos con el nuevo compañero de camino que se añade.

b) El creyente que Lc. 24v. 19-24 va deslizándose hacia la incredulidad, aquel Mesías esperado que se había manifestado “poderoso en palabras y obras”, y que todo concluyó en un fracaso, tanto porque las autoridades del pueblo lo crucificaron, como por la vana ilusión surgida por la noticia de las mujeres.

c) Clave de interpretación a la luz de las Escrituras Lc. 24, 25-27: Aquel compañero de camino, por medio de una inmersión en las Escrituras, propone el Credo cristiano; y hace renacer en ellos la esperanza. El corazón de aquellos discípulos comienza de nuevo a “arder”. Surgen los sentimientos semejantes a los del primer encuentro, cuando oyeron hablar de Jesús y lo vieron por primer vez.

d) Han llegado a la meta del camino propuesto: Emaús Lc. 24, 28-35 que coincide con la meta espiritual de la reconquista de la fe: Aquella modesta cena de unos caminantes en una sencilla casa de Emaús, revive la solemne escena de la última Cena terrena de Cristo.

Siempre hay y habrá una presencia secreta y amorosa de Cristo en todo y en todos.B ien decía santa Teresa de Avila “Cada obscuridad nuestra, trae consigo una perla de luz”.

Hay dos acciones muy fundamentales, que vale la pena subrayar: “Comenzando con Moisés, siguiendo con los Profetas les explicó los pasajes de las Escrituras que se referían a el” (v.27). Lo mismo el otro de: “Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció una bendición, lo partió y se los dio”. Así Cristo hizo que Emaús fuera la experiencia de todos los creyentes: Liturgia de la Palabra y Liturgia de la Eucaristía... pan de la palabra, pan de la Eucaristía.

El poeta inglés interpreta así la escena de Emaús: “Si cuento, juntos estamos tan solo tú y yo; si en cambio miro hacia delante, por el camino blanco, hay uno que camina siempre a tu lado ¿quién es éste, que en todo camina siempre contigo?” (Th. S. Elliot).

Cuántas veces nosotros nos dejamos llevar por estos diálogos-discursos:

• de fracasos, hechos ante Aquelque es el Triunfo
• de muerte, ante Aquel que es el eterno viviente
• de malas noticias ante Aquel que nos trajo la Buena Nueva
• de tristeza, ante Aquel que es la eterna fuente de gozo
• de desilusión, ante Aquel que es el que engendra la Esperanza
• de obscuridad, ante Aquel que es la fuente de la luz

No logramos como dicen los árabes “morir de paciencia”. No sabemos pagar el precio de la paciencia y constancia, por los ideales que llevamos en el corazón. Conocemos muy bien nuestras debilidades, para reconocerlo a Él como nuestra fortaleza. El es el desconocido, tantas veces... de nuestra fatiga, cansancio, y de nuestras pueriles desilusiones.

Cuántas veces nos cuadra muy bien el regaño de Cristo:“Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón...Porque no vamos a las Escrituras, porque no oramos, porque no nos dejamos instruir por El. No se trata de tener todas las respuestas, sino tener mirada, pensamiento, decisión y corazón dispuestos.

Él se decidió quedarse con nosotros... Debemos saberlo reconocer en el que camina a nuestro lado y aprender a comprender: con el corazón. Él se nos revela a través del “sacramento del hermano” y el pecado más grave es el de “cerrar los ojos” y no quererlo reconocer (A. Pronzato)

El Bautismo, la Eucaristía y la Palabra son tres grandes experiencias de la presencia de Cristo, en la existencia del creyente y en la comunión de la Iglesia.“Jesús reúne a sus discípulos en torno de la Eucaristía, y ahí los constituye sus testigos”. (J. Rademarkers)”.

“¡De veras ha resucitado El Señor!”.

Amén. ¡Aleluya!

Mérida, Yucatán, Abril30 de 2017

+ Emilio Carlos Berlie Belaunzarán
Arzobispo Emérito de Yucatán

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