“Pongamos todo en las manos de Cristo”

Este es el "Evangelio de los pobres". Lecturas de hoy: Zac 9, 9-10; Sal 144; Rm8, 9. 11-13; Mt 11, 25-30.

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Pongamos todo en manos de Cristo, recomienda la homilía de este domingo.
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I.- Zac 9, 9-10

La figura de Mesías que aparece en estas líneas está matizada de ternura y bondad. No es un conquistador el que vendrá sino un modelo de humildad y entrega. Su reinado se ejercitará desde el sacrificio del trono de la cruz. Este esbozo de la figura del Mesías lo encontramos en el texto del día de hoy, en el libro del así conocido como Segundo-Zacarías autor que vivió alrededor del s. IV a.C.

Abandonadas las armas, ha abandonado cualquier sueño de un mesianismo político, triunfalístico; el poeta ve al Salvador de Israel como el que “anuncia y edifica la paz”. En Él se deben encontrar los sencillos, humildes, despojados y los que sufren. En Él encontrarán paz y descanso (Mt 11, 28-30); la grande felicidad mesiánica que sólo Él puede traer a este mundo. (S Jn 14,27).

La comunidad de los “pequeños” que ha descubierto los misterios del Reino, y que quiere llegar al “reposo de sus fatigas”, deberá siempre seguir los pasos de Jesús que es: “El Señor dice a su pueblo: Párense en los caminos y miren, pregunten por los senderos antiguos, donde está el mejor camino, síganlo y encontrarán descanso...” (Jer 6,16).

Es justo porque es objeto de la justicia de Dios y porque en sus actuaciones realiza la justicia. Es humilde porque renuncia al aparato exterior con un corazón sencillo. Es victorioso, pero pacífico. Destruye los instrumentos de la guerra. Profetiza el ingreso de Jesús a Jerusalén. Y a Aquel que no confía en los medios humanos, sino que ha depositado toda su confianza en Dios en búsqueda de una función de unidad y de universalidad.

II.- Rm 8, 9. 11-13

¡Estamos en la parte doctrinal de la carta, y en un estupendo capítulo el VIII!

a) La presencia del Espíritu (Rm 8, 9-11)

Esta primera parte revela la presencia e inhabitación del Espíritu en los cristianos. “Espíritu de Dios” y “Espíritu de Cristo”, para indicar su pertenencia al Padre y al Hijo. Confirmando la Revelación Trinitaria. El Espíritu ha resucitado a Jesús y ésta es primicia de nuestra futura resurrección. Dios Padre que resucitó a Jesús, mediante la potencia del Espíritu resucitará con la misma virtud a los creyentes.

b) Consecuencias morales (Rm 8, 12-13):

La vida que nos ha sido dada contiene exigencias y obligaciones Hay una oposición muy pedagógica entre la vida según la carne y la vida según el Espíritu.Debemos dejarnos determinar en todo por el Espíritu de Cristo. No dejarnos dominar por el egoísmo desordenado que hay en cada persona que somete, esclaviza y destruye.No es una sofocación de lo noble del cuerpo humano, sino orientación, purificación y ofrenda de toda la vida, que con la fuerza del Espíritu, quiere configurarse a Cristo. Cristo camino de paz, que con la fuerza del Espíritu transforma y transfigura la vida, nos hace vivir en la alegría de la resurrección, y en la esperanza de la verdadera vida, en nuestra existencia y en el horizonte de la futura.

III.- S Mt 11, 25-30

La página del Evangelio que hemos escuchado ha recibido muchas denominaciones, “Evangelio de los pobres”, “síntesis mesiánica”, “revelación del misterio de Dios”, “himno de júbilo”, etc. Jesús que había recibido desprecio de las clases superiores, (cfr Mt 11, 20-24), es en cambio acogido por los simples y sencillos a los que revela los secretos de su corazón y el misterio de su misión de salvación.

a) Bendición-agradecimiento (Mt 11,25-26):

El proyecto salvífico de Dios se actúa en la persona de Cristo, pobre y humilde, que se manifiesta a los pobres y humildes de corazón.A Dios Padre le corresponde una soberanía universal, también al Hijo se le ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. (Mt 28,18).Pero lo que agrada al Padre y al Hijo es la “pequeñez y humildad” del fiel, como lo alaban las Bienaventuranzas y lo canta el Magnificat.

b) Conocimiento recíproco entre el Padre y el Hijo (Mt 11,28):

De Jesús a todos los débiles, pobres y marginados para que se decidan en su seguimiento, que es la definitiva sabiduría (cfrEcco 51, 13 s.s.).La ley que Dios impuso a Israel, Jesús la repropone pero le quita el sentido de gravamen, y de peso. Debe motivarse y planificarse en el amor. La revelación con Dios es de amor y no de temor. Cada persona debe establecer una relación filial que sigue e imita la relación de Jesús con su Padre.

Esta es una de las raras oraciones que nos reporta uno de los Sinópticos. Es una oración de alabanza. Al respecto comenta santa Teresa: “no nos cansemos jamás de alabar a un Rey y Señor de tanta majestad, que nos ha preparado un reino que no tendrá fin, en cambio de unos cuantos pequeños sufrimientos que traen consigo tantos gozos, y que terminarán pronto. ¡Que Él sea bendito por siempre! Amén, Amén” (Fundaciones 31,47).

La actitud genuina del que ora debe ser desde la pequeñez y humildad, Dios nos responderá revelando los secretos de su corazón, para establecer el diálogo del amor.Santo Tomas de Aquino nos da de la Liturgia de las Horas una hermosa definición:“La mente exulta, cuando saciada de las cosas eternas se manifiesta con la voz” (In Pal DavidisExp. Proem.) y San Bernardo: “La esposa que quiere a su amado, dice que ella está dispuesta por él a encontrar ligeros todos los sufrimientos, la fuerza del amor supera los dolores más atroces”.

Conclusiones

Esta invitación a la humildad, que deposita su confianza en Dios, es camino de justicia y de paz. Esto nos debe llevar a saciar nuestra sed de Dios en Su Palabra y en la Eucaristía. Y así salir fortalecidos y llevar la buena nueva del mensaje de justicia, respeto, participación y promoción, a todos los ámbitos de nuestro compromiso humano.

La propia vocación con sus exigencias, “a la luz de la Cruz de Jesús”, debemos saber llevarla con gozo, con decisión y con entereza.Como repetía Santa Teresa de Ávila, que con Jesús podía enfrentarlo todo.Rechazar firmemente: el egoísmo y orgullo en lo personal, y los deseos de venganza, odio y agresión en lo social. Así con los humildes y sencillos de corazón y con los que no se dejan llevar de su orgullo y egoísmo, forjadores de un mundo de justicia y de paz, que depositando la confianza en Dios engendre por la gracia del Espíritu, la esperanza de una nueva humanidad.

Amén.
Mérida, Yucatán, Julio 9 de 2017

+ Emilio Carlos Berlie Belaunzarán
Arzobispo Emérito de Yucatán

 

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