¡En la Iglesia, no hay extranjeros!

El Arzobispo Emérito, Emilio Berlie Belaunzarán, comparte una reflexión en torno a la 'Jornada Mundial del Migrante y Refugiado'.

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El Arzobispo Emérito de Yucatán, Emilio Berlie, habló sobre la migración moderna y recordó que la familia de Jesucristo debió migrar para evitar que Herodes matara al Hijo de Dios. (SIPSE/Foto de archivo)
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Es un fenómeno fácil de constatar la interdependencia e interinfluencia de los fenómenos humanos a escala mundial. Todos nos hemos acercado en la comunicación.

Esta constatación es la que ha sugerido el Papa Francisco el lema de hoy en la “Jornada mundial del Migrante y Refugiado”: “Emigrantes y refugiados hacia un mundo mejor”.

El fenómeno migratorio ha tomado variadas modalidades: de número de personas, de motivaciones, políticos, económicas, de persecuciones ideológicas racistas, de explotación, de pobreza, de estrategia, geo-política, etc.

Es indudable que el rechazo, la discriminación, la explotación, el dolor, marginación y muerte se contraponen al respeto, solidaridad, acogida, comprensión, ayuda, que son actitudes derivadas del amor cristiano, asimilado como el segundo grande mandamiento cristiano: “Amaras a tu prójimo como a ti mismo”.

El mundo mejor que todos anhelamos, y que es un mandato de Dios de cultivar y hacer producir la creación, que se nos da en administración para bien de todos. Como decía el Santo Padre B. Pablo VI: “hacer, conocer y tener más para ser más” (Cart. Enc. Pop.Pr. n6, 26 marzo 1967,6).

Los flujos migratorios contemporáneos constituyen el más basto movimiento de personas, incluso de pueblos de todos los tiempos.

Es incuestionable el crecimiento, complejidad, diversificación del fenómeno migratorio contemporáneo.

La ilusión y esperanzas de resolver situaciones de marginación: económica, políticas, racial, ideológica, social; se encuentra con muros levantados en la mentes y el corazón de desconfianza, cerrazón, egoísmo y exclusión. Hay que crear una opinión favorable, que engendre un movimiento de respeto, trabajo, acogida y colaboración, entre todos los países; “De origen”, “De llegada”- “de tránsito”.

El muro de Berlín y la migración desde Nazareth

No quedarnos en los análisis de causas, sino en la sólida, y sincera y tenaz búsqueda de soluciones, la persona que vale crece ante la dificultad, y procura eficazmente soluciones.

No quedarnos en la política de “Muros”, que nunca han sido solución, sino cuando estos han caído.

Muchos de nosotros asistimos con gozo y gratitud a Dios, al evento histórico de la caída del muro de Berlín, en 1989, que tanto propició San Juan Pablo II, debemos pasar de la “cultura del desprecio y del rechazo”, a la “cultura del encuentro y la acogida”.

La Sagrada familia de Nazareth vivió dolorosamente la triste historia de migración forzada: por la persecución de Herodes, sin recursos, otros pueblos, raza, idioma, distancia. ¡Cuánto habrán sufrido María y José con el niño!

Nosotros como iglesia estamos llamados a ser ese “pueblo de Dios” que abraza en el amor de Cristo a todos.

¡En la Iglesia, no hay extranjeros! Nos pide el Papa el Francisco: “Contribuir a crear una sociedad más justa, una democracia más plena, un país más solidario, un mundo más fraterno, una comunidad cristiana más abierta de acuerdo con el Evangelio”.

Haciéndonos eco de este deseo del Papa Francisco digamos: “Por amor a Cristo, y con el corazón, tiende la mano, a tu hermano”.

Mérida, Yucatán, 17 de enero 2016.
Emilio Carlos Berlie Belaunzarán
Arzobispo Emérito de Yucatán.    

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