Horas de discusiones, toneladas de tinta y costoso tiempo en los medios para hablar de la igualdad. Me recuerda al perro persiguiendo su cola. Absurdo es buscar la igualdad de dos cosas que son perfectamente diferentes, hombre y mujer.

Esto no quiere decir que se opongan un@s a otr@s. Somos los extremos maravillosos del ser humano.

La sociedad, desde diferentes posiciones, y los gobiernos han invertido sin limitación tiempo y mucho dinero en la búsqueda inútil de la igualdad de estos extremos que no pueden ni deben dejar de existir como tales. Esta búsqueda ha creado segmentos sociales inaceptables en una sociedad sana, sólo por ese afán de igualdad de lo perfectamente diferente.

El agua, el aire, la tierra y otras cosas de uso común son para todos por igual, pero hay ejercicios, como el de la justicia, que no pueden aplicarse por igual y muchas otras cosas que requieren ser reconocidas en su propio ámbito.

Mujeres, hombres, niños, adultos mayores y personas con capacidades diferentes requieren tratos diferentes para cada grupo y no buscar una igualdad que nos genera mujeres queriendo actuar como hombres, hombres queriendo actuar como mujeres, niños como adultos y adultos como niños; personas con capacidades diferentes entrando a una competencia injusta motivadas por el absurdo: “No eres diferente, tú puedes igual que cualquiera”, en lugar de reconocerse y ser reconocidos como cualquier otro, pero no tratados con iguales condiciones que a los demás, es injusto.

Hay muchas actividades que realizan la generalidad de los hombres que no pueden hacer con la misma eficiencia la generalidad de las mujeres, pero sería muy interesante que participaran en diferentes posiciones de acuerdo con sus habilidades. Los roles pueden alternarse, pero no buscar la igualdad en la competencia.

Manejarnos como en el deporte: con reglas del juego acordes al grupo en cuestión.