Mérida, pasado y presente: templos (3)

El templo San Juan de Dios es la construcción abovedada más antigua de Mérida y fue catedral provisional por casi 20 años.

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Imagen de Luis Ramírez Aznar de la entonces ciudadela de San Benito. Esta fue una de las tantas edificaciones demolidas en Mérida para darle pie a otras que demeritan la imagen de nuestra ya desgastada imagen urbana de Mérida, que hoy requiere de estadistas, más que de simples dirigentes tapahuecos. (Milenio Novedades)
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Sergio Grosjean/Milenio Novedades
MÉRIDA, Yuc.- Continuando con la serie que iniciamos hace un par de semanas y publicamos puntualmente todos los lunes, al referirnos al crecimiento de la ciudad de Mérida, a través de las centurias, sin duda, los templos católicos son parte fundamental de esta temática ya que el desarrollo de la vida en tiempos pretéritos giraba a su alrededor.

El conocido templo San Juan de Dios fue, en su momento, uno de los edificios más importantes de la ciudad y ahora no debería dejar de serlo, ya que además de ser la construcción abovedada más antigua de Mérida, fue catedral provisional por casi 20 años. Un punto muy interesante a resaltar es que la orientación oriente-poniente del templo, costumbre que se remonta a una antigua tradición desde los primeros tiempos de la cristiandad, en la que los creyentes se tornaban hacia el oriente y no hacia Jerusalén como muchas veces se ha dicho, y esto lo mencionamos debido a que este templo tiene una orientación algo extraña si consideramos que su entrada principal se ubica sobre el acceso a un estacionamiento público.

Esta es una práctica que generalmente se respetó en Yucatán y, por consiguiente en Mérida; sin embargo, conventos como el ya desaparecido de San Francisco no siguieron este patrón. No se sabe con certeza la razón y ya que pudo deberse a que la nueva construcción se adaptó al enorme basamento maya donde se asentó, o a otras razones, como por ejemplo, se presume que los conquistadores asentaron sus construcciones sobre estos basamentos mayas, ya sea porque podían aprovechar el material pétreo de la misma estructura y hacer más fácil la edificación que fue hecha a base de la misma mano de obra de los conquistados.

O bien, otras hipótesis sugieren que erigían sus construcciones religiosas en el mismo sitio porque los autóctonos continuarían con la costumbre de ir al mismo lugar donde antes le rendían culto a sus dioses. Sin embargo, otros planteamientos sugieren que la misma imposición del nuevo dios sobre las deidades paganas se vería más sólido o contundente si sobre los supuestos templos mayas los cristianos los sepultaban con sus nuevas obras. 

Originalmente, el desaparecido convento llamado “San Francisco, el Grande” se asentó donde actualmente se ubica el mercado grande y este monasterio fue modificado posteriormente con fines de defensa contra las probables intrusiones de piratas, construyéndole a mediados del siglo XVII murallas defensivas alrededor del cerro, conformándose con ello un cuartel militar y cárcel, para luego ser demolido gradualmente a fin de dar paso al mercado de San Benito.

De la misma forma, el también desaparecido templo conocido como Jesús María que estuvo ubicado en la calle 59 por 62 y 64 Centro, donde actualmente existe un estacionamiento público y construido en el siglo XVII, presentó también esta particularidad.
Importante señalar que dicha edificación fue expropiada hace un siglo por el General Salvador Alvarado y cedido en comodato a una logia masónica, no sin antes demoler sus enormes torres y transformar su sobria arquitectura en un estilo conocido como “Neomaya”.

A mediados del siglo XX se le retiró el comodato o préstamo a los masones para luego demoler en su totalidad el edificio y ceder el terreno al ayuntamiento con la condición de construir el Teatro de la Ciudad, mismo que no sólo no se hizo sino, además, vendieron el terreno. Por cierto, ofrecemos 3 mil varos de recompensa por una foto del antiguo templo colonial. 

Por su parte, el templo de La Mejorada fue concluido en 1640 y el monasterio franciscano erigido a un lado se edificó entre 1688 y 1694. Al consolidarse la independencia, los religiosos fueron expulsados quedando con ello el edificio en total abandono pero, curiosamente, el escritor y jurista Justo Sierra O´Reilly  escogió el silencio de sus paredes para redactar el primer Código Civil de la República.

En 1861 fue trasladado el hospital San Juan de Dios a este sitio donde tomó el nombre de Hospital General, y en 1906 llevado a su nueva y actual sede ya con el nombre de Hospital O’Horán. Curiosamente, el envío de los bienes a su nueva sede fue en ferrocarril y, de hecho, hasta los mismos pacientes fueron reubicados en este medio de transporte al nuevo sitio. Al quedar vacío nuevamente se reubicó allá la Escuela de Artes y Oficios que estaba en la Ciudadela de San Benito hasta que la suprimió el gobierno de Salvador Alvarado Rubio. Mi correo es [email protected] y twitter: @sergiogrosjean 

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