Transitarán muertos por Yucatán

¿Porqué la exposición de altares del Hanal Pixán dura sólo unas horas y nunca se ha capitalizado para atraer turismo?

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El Hanal Pixán es una tradición para recordar a los amigos y familiares que se nos adelantaron en el viaje al más allá. (Sergio Grosjean/SIPSE)
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Sergio Grosjean/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Hace exactamente un año comenté que siempre me he preguntado por qué la exposición de altares de Hanal Pixán en la Plaza Grande dura sólo unas horas, y por qué esta añeja costumbre nunca se ha capitalizado para atraer turismo y generar otros valores entendidos como hospedaje, alimentación, venta de artesanías e infinidad de recursos.

Si consideramos que nuestro estado cuenta con 106 municipios, por qué no convocarlos y hacer de esta celebración una fiesta estatal y de talla internacional; un verdadero festival de la muerte digno de promocionarse a nivel mundial.

El Hanal Pixán o “comida de las ánimas” es una tradición para recordar de manera muy particular a los amigos y familiares que se nos adelantaron en el viaje al más allá. Según la costumbre, entre los días 31 de octubre y 2 de noviembre, las ánimas –o fallecidos- "reciben permiso" para visitar a sus familiares y es por ello que se les rinde una cálida bienvenida con alimentos, rezos e incluso con accesorios que al difunto le agradaban. 

Muertos chicos

El primer día se dedica a los niños -en lengua maya u hanal palal-. En esta jornada, los altares están cubiertos con manteles ricamente bordados en coloridos tonos alegres, velas de cera preferentemente de colores, y en el que además de los alimentos no deben faltar dulces y juguetes de la predilección del difunto -o el que la familia considere-. La mesa se ornamenta con flores de xpujuc (de monte y color amarillo) y otras coloridas de la región. También, los niños usan durante esos días una cinta de color rojo o negro en la muñeca derecha, y esto con la finalidad que las ánimas no se los lleven, tal y como es la costumbre en muchas poblaciones.

Muertos grandes

El día siguiente está dedicado a los adultos muertos -llamado u hanal nucuchuinicoob-. El altar debe ser sobrio y de color blanco, adornado con veladoras, flores, racimos de ruda y en un sitio especial la foto del difunto. Los alimentos que no pueden faltar son pibes, jícamas, atole, mandarinas, naranjas, dulce de papaya, coco y pepita, tamales de x'pelón, vaporcitos, pan dulce y líquido que más le gustaba al difunto. Antiguamente se incluía la bebida sagrada de los mayas llamada balché, que es hecha a base de la corteza del árbol así llamado.

Por cierto, al que quiera probarla lo puede hacer en “La Casa del 14” (calle 60 por 59 y 61), donde allá, el mismo productor, nuestro amigo Luciano, oriundo de Tecoh, se encargará de explicarle el proceso de producción artesanal. Es una bebida realmente deliciosa y maravillosa como obsequio. 

Pero no alejándonos del tema que nos ocupa, el tercer día es el u hanal pixanoob, o misa pixán, dedicada a las ánimas. Esta comúnmente se realiza en el cementerio.

Entonces, me sigo preguntando cuál es la razón de no aprovechar esta magnífica tradición y desplegarla con "bombo y platillo", en vez de mantenerla tan menesterosa y fugaz como lo es hasta el día de hoy. ¿Usted se imagina una tarde, noche e incluso madrugada caminar en compañía de su familia por la Plaza Grande y de allá a Santa Lucía, Santiago u otros parques del Centro Histórico visitando los altares ricamente ornamentados e iluminados con velas y expidiendo exquisitos olores a pibes e incienso?

Rezadoras y serafinas

Queremos escuchar nuevamente a las rezadoras, a las cantoras acompañadas de las casi extintas serafinas. ¿Usted las conoce? ¿Se imagina cuántos yucatecos y turistas podrían disfrutar de esta tradición si se realizara con esmero y estilo? 

Considero que este asunto no es cuestión de dinero, sólo voluntad y creatividad para que esos días sean mágicos para la ciudad, e incluso prodigiosos para muchos de los habitantes de pequeñas comunidades que añoran cumplir su deseo y conocer la gran capital yucateca, y qué mejor que ese día, pues nos obsequiarán también un poco de la esencia de su cultura municipal.

Finalmente, nos unimos al dolor de las familias de los jóvenes estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos en Iguala, Guerrero, en septiembre pasado, y exhortar a oponernos a la cultura de la muerte que nos quieren imponer los retorcidos.

Mi correo es [email protected]; y twitter @sergiogrosjean

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