No es para reír

A veces tomamos con humor la impuntualidad del "yucateco".

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Pues aquí me encuentro, seco cual árbol plantado sin regar, sentado en una banca esperando a que empiece un evento con una hora de retraso y viendo que apenas empieza la gente a llegar.

Parece burla, pero solemos reír al decir que la falta de puntualidad es parte de la cultura yucateca, aunque en realidad me parece más una terquedad embarrada de flojera y echa “chuk” en una gran falta de respeto, lo cual fácil se ejemplifica, pues para una actividad formal, política o educativa nos solemos citar a las 7 para empezar a las 8 aunque lleguemos a las 9. ¡Ah! pero cuando se trata de una buena fiesta cuidadito lleguemos tarde.

El respeto y la puntualidad son dos virtudes de los grandes y exitosos líderes que van ligadas, aunque fácil se pierden; enlazo ambos valores como uno mismo, pues quien es puntual piensa en el tiempo del otro, lo más preciado que tenemos, ya que en muchos casos llegar puntual implica terminar puntual y así se podría usar dicho espacio para realizar otra actividad. Aunque a veces se necesita ser más respetuoso para soportar al impuntual y no levantarte de la silla y retirarte, que les aseguro que con ganas de hacerlo estoy, pero por algo somos pacientes. ¿O de dónde creen que viene el nombre que se le da a las pobres personas que se encuentran esperando por horas a que los atienda el médico?

Mucha gente toma excusas de su impuntualidad, sin vergüenza culpa al tráfico, la lluvia o al perro, olvidando que pretextos no existen, pues también se encuentra la prevención de sucesos. Adelantemos un poquito nuestro reloj y fijémonos la responsabilidad y respeto como meta, para así, como por arte de magia, ser un poco más puntuales y menos yucatercos.

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