'Jesucristo, signo de contradicción para la Gloria del Padre'

Loos modos de Dios pueden ser tan paradójicos, lo que los hace incomprensibles.

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La fidelidad del profeta Jeremías lo llevó a sufrir el rechazo de sus hermanos. Los profetas anuncian mensajes que no siempre agradan. (alianzachicureo.cl)
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MÉRIDA, Yuc.- XX Domingo de tiempo ordinario 1 Jer 38, 4-6. 8-10; Sal 39; Hb 12, 1-4; Lc 12,49-53.

Este domingo la Palabra de Dios nos invita a tener actitudes muy sencillas pero profundas, con mensajes que interpelan nuestra vida de cada día.

I.- Planes de Dios distan mucho de los de los hombres

El profeta Jeremías actuó bajo los reinados de Joaquín y de Sedecías (609-587 aC); después de la caída de Jerusalén perdemos su pista.

Jeremías representa al tipo de profeta no aceptado como tal por su pueblo, del profeta que sufre a causa de la Palabra anunciada, pero también del profeta que saca fuerzas de su debilidad, gracias a su fe en Dios.

La posición de Jeremías era comprometedora -como la de todos los profetas- porque los planes de Dios distan mucho de los de los hombres. Y los modos de Dios pueden ser muy paradójicos, lo que los hace incomprensibles.

Dios estaba pidiendo al pueblo hebreo que se rindiera ante la invasión extranjera de los Caldeos, pero es Jeremías quien tiene que hacer la proposición. “Aunque pierda todo, el que se entregue a los Caldeos, salvará su vida”. Una proposición anti-patriótica. Pero Dios es el que sabe cómo guía a su pueblo.

Jeremías cumple con su misión de anunciar y de aconsejar lo impopular. Por eso lo apresan y lo condenan a morir en la fosa. Pero Dios lo salva de manera imprevista.

Sin embargo, Jeremías tuvo que sufrir mucho a causa de su misión como Profeta durante 40 años. Jeremías tuvo muchas dificultades en el servicio a Dios, pues le tocó informarle a los últimos Reyes de Judá de los desastres que le venían a Jerusalén, a causa de sus pecados.

Por las pruebas que tuvo que sufrir, se considera el Profeta que más se parece a Cristo sufriente. El Salmo 38 expresa la situación de Jeremías. Puede ser la nuestra también, cuando nos encontramos en peligro en nuestra vida espiritual: “Esperé en el Señor con gran confianza... Del charco fangoso y la fosa mortal me puso a salvo”.

II.- La victoria está al alcance de todo el que mira a Cristo

La segunda lectura es una exhortación apremiantea la constancia, a perseverar en la resistencia activa en el combate de la fe.      

San Pablo (Hb. 12, 1-4) también nos habla de persecución: la de Jesús. “Aceptó la cruz, sin temor a la ignominia ... Mediten, pues, en el ejemplo de Aquél que quiso sufrir tanta oposición de parte de los pecadores”.

San Pablo anuncia posibles martirios a los cuales hay que estar dispuestos, pues algunas persecuciones pueden llegar a esos extremos: “todavía no han llegado a derramar su sangre en la lucha contra el pecado”.

Nada hemos de temer, ninguna traba ha de hacernos volver la mirada que hemos fijado en Jesús. Jesús, autor y consumador de nuestra fe…aceptó la cruz, sin temer su ignominia, y por eso esta sentado a la derecha del trono de Dios.

La victoria está al alcance de todos los que le seguimos en la carrera, con los ojos fijos en él que nos guía y conduce nuestras vidas a la plenitud. La razón última de la carrera de la fe es Jesús.

Esta exhortación de san Pablo nos habla de una carrera, en la que son espectadores, observan y animan a la vez, ese gran número de testigos de la fe nombrados precedentemente, y sobre todo, el modelo de todos, Jesús mismo, que consumó su carrera de la pasión luchando con paciencia y aguante, obteniendo al final el premio, la resurrección.

El es el promotor y consumador de nuestra fe, el que abre el camino, el que guía y lleva a la meta a la fila de mártires- testigos de la fe, el testigo- mártir primero y perfecto. Como en cualquier carrera hay que despojarse de todo aquello que dificulta la máxima agilidad, del pecado, que es el obstáculo fundamental.

III.- La venida de Jesús es como un fuego en campo seco

Siguiendo su camino hacia el Padre, Jesús reflexiona ante sus discípulos sobre el carácter de su misión. Anima a la gente a que descubran los signos del tiempo presente para que acojan la paz y la felicidad que les aporta.

Recordemos que el camino de Jesús hacia Jerusalén está repleto de enseñanzas dirigidas a sus discípulos, pero también a la gente que lo sigue o que encuentra su camino. Hoy, el evangelista San Lucas recuerda que los seguidores de Jesús hemos de obrar en consecuencia si aceptamos seguir sus pasos y no hacer trampa.

En las reflexiones de Jesús a sus discípulos, hallamos algunas cuestiones de fondo. La que mas destaca es la del motivo de su venida. El evangelio del domingo pasado había mencionado ya la proximidad inminente de una llegada, la del amo o señor.

En el evangelio de hoy, Jesús ha venido y su acción ha encendido una crisis que todo lo purifica y lo renueva, nadie puede escapar a ella. Se trata del fuego del Espíritu que llevará la salvación de Dios hasta los confines de la tierra.

La venida de Jesús es como un fuego que se extiende en un campo seco, ante el cual se hace necesaria la decisión y la acción.

La venida de la paz provoca divisiones y tensiones, incluso en el seno de las familias de los seguidores. Jesús se ha convertido en señal de contradicción en Israel. Jesús se manifiesta como aquel que aporta la paz  a la tierra y a los pecadores e invita a sus discípulos a que la extiendan por todas partes. Pero la recepción de este don provoca división, esto es, unos la recogen y otros la rechazan.

IV. Conclusiones

1. La fidelidad del profeta Jeremías lo llevó a sufrir el rechazo de sus hermanos. Los profetas anuncian mensajes que no siempre agradan, sacuden conciencias y padecen persecuciones.

2. Jesucristo nuestro Señor ha iniciado a vivir su entrega al Padre. Al vivir atento a los signos de su amor, ha ido descubriendo los signos de su voluntad. Su palabra, su vida y su mensaje resultan una palabra de fuego, un crisol que pone al descubierto las intenciones del corazón humano.

3. La paz que Jesucristo nuestro Señor nos trae no es una permanencia en el orden, sino su Paz es justicia, caridad, respeto a la dignidad del ser humano, serenidad, compasión y sobre todo es una vivencia y aceptación de la construcción en medio de la sociedad del reino de Dios.

4. Jesús nos invita a estar con Él, en las buenas y en las malas experiencias, a compartir plenamente su misión. Que nuestra participación en la Eucaristía nos de la fuerza que necesitamos para ser en todo momento fieles discípulos suyos. Así sea.

Mérida, Yuc., 18 de agosto de 2013.

†Emilio Carlos Berlie Belaunzarán
Arzobispo de Yucatán

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