El caso de la abuela muerta que vino a despedirse

Una lectora cuenta cómo quedó “consternada” ante la experiencia paranormal que vivió, pero que al final le ayudó.

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Una vecina de la colonia Roma cuenta cómo por no hacerle caso a su sirvienta vivió una experiencia aterradora. (guitarinensemble.com)
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Jorge Moreno/SIPSE.com
MÉRIDA, Yuc.- A continuación una lectora revela una experiencia paranormal relacionada con un pariente suyo.

Se trata de la señora Magdalena Pavía Omaña, de la colonia Roma, al poniente de Mérida.

"Lo que les voy a platicar me ocurrió hace un par de años, siempre me han gustado los temas paranormales y un día, la muchacha que me ayuda con el quehacer de mi casa me dijo asustada que había visto una cara demoniaca en la pared de la cocina. De inmediato, me puse a ver la pared y sí, daba la apariencia de que se formaba un rostro, pero la verdad no le di importancia porque sé que, de cierta forma, es algo común; creo que se le llama Teleplastía, que es como lo de las nubes a las que les vemos forma". 

"Durante los siguientes días, mi muchacha afirmaba que escuchaba voces, veía sombras y cosas así por el estilo, pero pensé que lo más seguro es que se hubiera sugestionado por lo de la pared y simplemente la tiraba a loca".

“Con el paso de las semanas, ella insistía con su cantaleta y me empecé a molestar; le prohibí que me hablara del tema, pues ya cada vez era peor. 

Lo último que me dijo es que vio la sombra de una señora junto a la pared que le hablaba y le decía ‘estoy bien’, y una palabra después, que ella no alcanzó a escuchar bien.

“Hasta allí quedó la cosa y al mes -más o menos- ella renunció, según porque tenía que cuidar a sus hijos y su marido había encontrado un mejor trabajo. Nos despedimos en buenos términos y mientras yo encontraba otra sirvienta me dediqué todos los días a limpiar la cocina y a  todos los quehaceres normales de la casa.

A los pocos días, de pronto sentí un escalofrío muy fuerte y, como si alguien estuviera cerquita de mí, a la altura de mi espalda, ya que hasta escuchaba y sentía su respiración y muy claro escuché la frase: ‘Estoy bien, Mapuchi’.

“Volteé a ver y obviamente no había nadie junto a mí; quedé impactada, helada, no sólo porque no había nadie y podría tratarse de un fantasma, sino porque reconocí la voz y la frase que me dijo; se trataba de mi abuela materna, quien había fallecido cinco años atrás y de cariño me decía así: ‘Mapuchi’.

“Ella murió de cáncer de estómago y sufrió mucho los últimos días; de hecho, esa era mi angustia, todo el sufrimiento que tuvo y tras el entierro, en las siguientes semanas y meses siempre me hacía a mí misma una pregunta: ¿cómo estará?

Alivio

“Por eso, cuando escuché la frase ‘Estoy bien, Mapuchi’, de inmediato sentí una especie de alivio, miedo también, lo reconozco, pero tranquilidad y una alegría enorme porque se contactó conmigo para decirme que estaba bien. Siento que a raíz de eso se me quitó un peso de encima y sobre todo la angustia de su sufrimiento.

“Esto se lo conté a mi esposo y mi hija. No sé si me creyeron, pero fueron muy empáticos conmigo. Hubo una anécdota que vino después, exactamente el año pasado, ya que llegó a Mérida a presentar su nuevo libro el escritor español J.J. Benítez, de quien mi hija es fanática, y asistió. 
Para su sorpresa, el autor habló sobre casos de personas que fallecen y se comunican mayormente con sus familias para decirles ‘estoy bien’. De hecho, ese es el título de su libro.

“Cuando mi hija me comentó esto, se le salieron sus lágrimas, y a mí también, porque confirmamos una vez más que mi abuela, donde quiera que esté, se encuentra bien. Mi único remordimiento ahora es haber regañado a mi muchacha y no haberle creído lo que me decía”.

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