La ciudad de los libros

La lectura sin duda alguna es fundamental para el entorno escolar y social, nos ofrece la posibilidad de ampliar nuestros horizontes y ser más tolerantes y empáticos.

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La lectura sin duda alguna es fundamental para el entorno escolar y social, nos ofrece la posibilidad de ampliar nuestros horizontes y ser más tolerantes y empáticos, además de un sinfín de beneficios que no alcanzaría a enlistar aquí. Sin embargo, la realidad es que poco interés han mostrado los gobiernos, las autoridades educativas y culturales por generar e impulsar la labor de los mediadores de lectura, de aquellos, como lo he dicho en varias ocasiones, rostros anónimos e invisibilizados por la poca o nula atención que se les da.

Y así han pasado los años sin que se enfatice y valore el trabajo de quienes tienden puentes y motivan a otros a adentrarse en la ciudad de los libros. Ciudad solitaria en la que solo viven los lectores entre páginas con olor a tinta, donde se sueña, se ama y se vuela libremente todos los días y donde sus habitantes bailan con las palabras al compás de su música.

Pareciera que quienes no suelen leer (muchas veces nuestras autoridades) tienen miedo de entrar aunque sea a visitarla. Parece ser peligrosa, seguro piensan, y pasan de largo para evadir las miradas de Medusa con el genuino temor de ser atrapados cual Ulises por el canto de las sirenas, o, peor aún, ser eclipsados por la belleza y el hechizo, como el de Circe, de los libros, y quedarse ahí hipnotizados para siempre.

Pero lo cierto es que en la ciudad de los libros, donde hay más habitantes de los que se imaginan, lo más grave que puede sucederles es que salgan de ahí convencidos de que la lectura transforma, humaniza y armoniza a la vez, y decidan hacerse vecinos de sus habitantes o simplemente solo volverse visitantes frecuentes o ciudadanos distinguidos de este lugar y seguir su camino.

Urge que las autoridades que hoy tienen en sus manos el poder de lograr cambios beneficiosos para la sociedad comprendan que la lectura es tan fundamental como dormir y soñar o como inculcar valores para una mejor convivencia en sociedad. Las políticas públicas pueden y deben ya incluir el tema de fomento a la lectura y con ello llevar la ciudad de los libros a cada rincón de Yucatán.

La ciudad de los libros no tiene gobernantes, ni secretarios de Educación o de Cultura, ni diputados, pero siempre tiene las puertas abiertas para recibir a los exiliados, a los inmigrantes y a todos aquellos que lleguen y se interesen por conocerla o quedarse, porque ésta sí que es de verdad la ciudad más segura, no solo del país, sino del mundo.

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