La cruz, un signo del perdón

El Arzobispo de Yucatán destaca que la muerte de Jesús es el ejemplo más grande de humildad para la humanidad.

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El Arzobispo presidió el rito de la Veneración de la Cruz. (Christian Ayala/SIPSE)
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Iván Duarte/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Al presidir los oficios de Viernes Santo en la Catedral, el Arzobispo de Yucatán, Monseñor Emilio Carlos Berlie Belaunzarán, manifestó que la Pasión y Muerte de Jesucristo “nos recuerda que la cruz es símbolo del perdón”.

Ante cientos de fieles reunidos en el máximo templo católico de la Arquidiócesis, Mons. Berlie Belaunzarán recordó que el Viernes Santo es una invitación a reflexionar sobre el sacrificio del Hijo de Dios, quien muriendo salva a la humanidad del pecado.

El Arzobispo destacó el ejemplo de humildad y amor al prójimo que es Jesucristo, y que es encarnado por Papa Francisco.

“El Santo Padre nos recuerda, como lo hizo Jueves Santo, la gran muestra de amor de Jesús y rememoró los últimos momentos de Nuestro Señor cuando lavaba los pies a 12 jóvenes de Roma, que están presos en la cárcel”, dijo el Arzobispo de Yucatán.

Luego del mensaje, los feligreses con ramas de ruda formaron largas filas para para venerar al Jesús Crucificado, la cual besaban y tocaban con profunda veneración, esto mientras Monseñor recordaba el Septem Verba (Las siete palabras).

“Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”, “En verdad te digo; hoy estarás conmigo en el paraíso”, “Madre, he ahí a tu hijo…hijo, he ahí a tu madre”, “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado”, “Tengo sed”, “Todo está hecho” y “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.

Más tarde, ante la feligresía, que en su mayoría permaneció en todos los oficios, Monseñor Berlié Belaunzarán presidió la Liturgia de la Pasión del Señor, donde se recordó desde el génesis hasta la Pasión y Muerte del Cristo, pasando por la institución del sacerdocio y de la eucaristía el Jueves Santo.

Los fieles abarrotaron de nueva cuenta filas para besar la cruz y venerar el cuerpo del Señor, así como para acompañar el féretro donde fue depositado para realizar la procesión del Santo Entierro.

Por la noche, en el barrio de Santa Ana partió la Marcha del Silencio, donde hombres y mujeres avanzaron con solemnidad y en clima de meditación, hasta las puertas de Catedral.

Una vez dentro del templo, los fieles unieron sus voces y plegarias en el Rosario de Pésame, o también llamado de la Soledad de la Santísima Virgen.

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