La edad no les impide seguir sirviendo a Dios

Los sacerdotes Leocadio Pech May y Monseñor Jacinto Adriano Wong Romero son “leyendas vivientes” de la Iglesia yucateca.

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El padre Leocadio Pech May, de 99 años de edad. (Juan Albornoz/SIPSE)
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Martha Chan/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- El presbiterio yucateco tiene entre sus sacerdotes a grandes “leyendas vivientes”, quienes están llegando al centenario de vida y continúan ofreciendo fielmente su servicio a Dios. 

Se trata del padre Leocadio Pech May y Monseñor Jacinto Adriano Wong Romero, de 99 y 95 años, respectivamente, quienes viven en la Casa del Sacerdote.

El padre Pech May, debido a su edad avanzada, que le ha traído como consecuencia la pérdida del oído y la incapacidad de comunicarse verbalmente, ya no oficia misa, pero Monseñor Wong Romero sigue evangelizando a los yucatecos.

El padre Pech May es atendido por la hermana Teresa Gutiérrez Hernández, de la Congregación Aliadas Carmelitas Descalzas de la Santísima Trinidad.

Hace un año que dejó de valerse por sí mismo; su máxima ilusión era conocer Alaska, anhelo que le iba a cumplir el Arzobispo de Chiapas, Monseñor Fabio Martínez Castilla; sin embargo, debido a su designación le fue imposible.

Monseñor Jacinto Adriano Wong Romero recordó los momentos más importantes que le marcaron su vida como la Revolución Mexicana

“Antes de que dejara de caminar y hablar, pedía conocer Alaska, y un día el padre Francisco Canto pidió que lo arregláramos porque lo iba a llevar a pasear; cuando el padre Pech regresó a la casa estaba feliz porque había conocido el hielo y la gente patinaba en él, luego supimos que los llevaron a la pista de patinaje de una plaza”, recordó la madre Teresa.

La religiosa dijo que la labor del padre Pech se destacó por ser benefactor de la niñez y estar preocupado por la educación.

Por su parte, en plática con Milenio Novedades en la Casa del Sacerdote, Monseñor Jacinto Adriano Wong Romero habló de sus inicios en el sacerdocio, recordó los momentos más importantes que le marcaron su vida como la Revolución Mexicana, la concelebración que tuvo con el Papa Juan Pablo II, así como el cambio tan radical que se ha vivido el país en los últimos 50 años y los agigantados avances de la tecnología. 

"Aún tengo vitalidad, tengo 95 años y 62 de sacerdocio me ordenaron en 1951, estoy muy consiente de todo lo que sucede", dijo el monseñor Wong, mientras saca una pequeña hoja en blanco y un lapicero del bolsillo de su camisa para sacar sus cuentas exactas. 

"Mi historia es mucha no terminaría y ando un poco desmemoriado, pero lo que no se me olvida es la convivencia con el Papa Juan Pablo II", recuerda y se le dibuja una sonrisa en el rostro. 

"Siempre me ha gustado servir a Dios, cuando estaba niño vi pasar la última etapa de la Revolución y me declaré sinanarquista, en esa época hubo mucha injusticias y recuerdo que aquí en Yucatán asesinaron a dos sacerdotes,  fueron tiempo difíciles", dice. 

"En mi juventud me llamó Dios e inicie en este camino que hasta hoy sigo firmemente con la fuerza porque a pesar de mi edad, la Evangelización la sigo llevando a los feligreses". 

"Dios ha sido generoso conmigo he cumplido con él, me ha dado más de lo que merezco porque yo no lo creo merecer", abundó pensativo. 

Presumió que concelebró una misa en 1993 en Roma junto al hoy beato Juan Pablo II, cuando estuvo en esa ciudad en un curso. 

"He visto pasar a varios Vicarios de Cristo, desde Pío XI hasta hoy Francisco, todo esos cambio han ido fortaleciendo a la Iglesia y lo que sucedió con Benedicto XVI, es porqué Dios sabe lo que hace en elegir al Papa que corresponde en el momento de cada historia", finalizó.  

A monseñor Wong le gusta leer, escuchar música y estar enterado de las noticias, oficia misas en las iglesias de Itzimná, Divina Misericordia, en la Casa del Sacerdote, donde vive y en la Catedral, donde también confiesa.

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