Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Cuenta la leyenda que en la ciudad de Umán vivió hace muchos años una hechicera que por el día llevaba una vida normal, era casada con un hombre que ignoraba sus malas artes, pues por las noches, cuando todos dormían, hacía sus hechizos...

Ella, a diferencia de otras brujas o santeras, no decía a nadie lo que hacía, pues en la noche se transformaba para hacer de las suyas, ya que de forma por demás increíble se despojaba de sus carnes totalmente, las dejaba al lado de un cuartito que había afuera de la casa y, completamente en huesos, se iba a asustar a la gente.

Pronto corrió el rumor en todo el pueblo y los alrededores de que veían un esqueleto que deambulaba por las calles, por lo que la gente corría despavorida y pronto empezaron a apodarla "la Huesuda".

Esto llegó a oídos de su esposo, quien en alguna ocasión le comentó sobre ello, a lo que la mujer, nerviosa, decidió cambiarle la plática.

Pero, una noche, cuando la mujer se levantó para transformarse, el marido se dio cuenta de cuando salió de la casa y, pensando que a lo mejor lo engañaba con otro hombre, decidió seguirla.

Con asombro vio cómo, junto al cuartito fuera de la casa, empezó a hacer unos conjuros y a tomar unos brebajes para posteriormente quitarse toda su ropa y arrancarse la piel sin el menor dolor.

Con gran incredulidad y asombro su marido vio cómo se despojó completamente de sus carnes y, ya completamente en huesos, empezó a caminar hacia la calle para hacer sus hechizos.

Su marido no sabía que hacer, estaba muy triste por esa situación, pero decidió decirle nada ni reclamarle. Estuvo muchos días pensando qué hacer, aunque, a decir verdad, los rumores y molestias del pueblo eran cada vez más y ya hasta habían empezado a organizar batidas para atrapar al maligno ser.

Ante ello, el marido tomó una decisión drástica...

Esa misma noche, se hizo al dormido y esperó a que su esposa se levantara para comenzar su ritual de transformación.

Cuando esta se despojó de sus carnes y salió a la calle, el marido fue por medio saco de sal y la esparció en toda la piel y carne que estaban junto al cuartito y se fue a guardar de nuevo esperando que llegara su esposa...

Dos horas después ella regresó y, al querer ponerse su piel, empezó a retorcerse, ya que con la sal no podía regresar su piel a su esqueleto. Al verse impotente y descubierta, tomó una drástica decisión: cerca de ella había una pesada roca, la levantó con mucho trabajo y se la dejó caer en la cabeza, por lo que cayó muerta... prefirió suicidarse que intentar cualquier otra cosa...

Desde ese día el pueblo y sus alrededores volvieron a la tranquilidad, con excepción del nuevo viudo del pueblo, quien para no levantar sospechas dijo que su esposa había fallecido por una picadura de serpiente en el monte...