Las siete prisiones mayas del infierno

En la primera el castigo es bañarse en un estanque de agua hirviendo y en la última es ponerse a caminar en tinieblas mientras se escuchan lamentos.

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El inframundo maya está dividido en siete valles, tal como ocurre con otras culturas. (elrivalinterior.com/Foto de contexto)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- La cultura popular afirma que si fuimos malos en vida, tras morir nos iremos al infierno; diversas religiones y culturas hablan de ese inframundo o los sitios por donde pasa el espíritu para pagar sus culpas o bien, para ir al “cielo” si se portó bien.

Un apartado poco conocido de la cultura maya habla de que lo que conocemos nosotros como “infierno” está dividido en siete valles, y cada uno tiene a un “ángel” como juez; pero al entrar al infierno nos topamos en la puerta principal con un río que la divide, al cual se cruza a través de una barca (similar a la cultura romana en donde “Caronte” es el barquero encargado de cruzar a las personas).

La primera prisión es juzgada por el ángel Chan Chalmuch, cuya estrella celestial es el talento y es quien nos manipula en los robos o atrocidades y a todos los que cometieron el pecado de la lujuria; el castigo es bañarse en un estanque de agua hirviendo (cabe aclarar aquí otra similitud con la cultura romana, en donde Barloct es el guardián y en vez de agua hirviendo hay lava).

La segunda prisión es custodiada por Chan Lolbok (Faraoh en la tradición romana) y es aquí es en donde van todas las personas que hayan cometido en vida el pecado de la avaricia, siendo su castigo ser perseguidos por una especie de perro negro por toda la eternidad. 

En la tercera prisión no existe un nombre propio para el guardián, aunque otras culturas mencionan a “Minous”, cuya apariencia es la de un ave cazadora de bestias, y persigue a los pecadores de este sitio, los cuales son las personas que hubiera cometido algún asesinato.

La cuarta prisión es juzgada por otra persona desconocida pero con apariencia de demonio, similar a “Belcebú”, quien también se convierte en bestia voladora y caza a las personas que fueron infieles, siendo su castigo encerrarlos en ataúdes de cristal con llamas en su interior.

En cuanto a la quinta prisión, aquí se encuentran las personas que en vida cometieron el pecado de la codicia, y el guardián es una serpiente de dos cabezas quien castiga a los inquilinos de este sitio atrapándolos en una persecución para después llevarlos con otros demonios para que estos se devoren y luego se inicie de nuevo la persecución por toda la eternidad.

En la penúltima prisión se encuentran todos los intolerantes o quienes en vida se dedicaron solo a criticar a su prójimo, y quizás por ser en lo que cabe un pecado menor comparado con los demás, el castigo al menos en apariencia es menor, ya que deben caminar por un valle congelado y soportar el frío y el congelamiento.

Por último se encuentra la séptima prisión, de la cual hablan muchas otras culturas, no sólo la maya, y se dice que es la peor, pues es gobernada por Lucifer (también conocido como el diablo) y ahí recalan quienes en vida hayan vendido su alma al demonio o bien porque lo hubieran retado; digamos que es el castigo por haber disfrutado los placeres que te dio la venta del alma.

En esta prisión el castigo es caminar eternamente en una colina completamente obscura escuchando gritos y lamentos, y aunque en apariencia esto no suena tan terrible como los castigos de las otras prisiones, se dice que es tal el miedo que se siente al caminar en un sitio totalmente oscuro y con lo que se escucha, que mueres de un infarto, aunque a los pocos minutos te levantas y vuelves a sufrir ese mismo castigo eternamente.

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