Leyendas: Las serpientes gigantes de Yucatán

La zona maya peninsular no está exenta de relatos vinculados con víboras voladoras, tal como sucede en otras culturas.

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Las serpiente gigantes tenían alas y su cuerpo estaba recubierto por plumas y al final remataba con una filosa garra. (Jorge Moreno/SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- “Las serpientes aladas” son un mito enigmático y misterioso que está arraigado en la cultura maya con sus características específicas, independientemente de que en otras culturas y países se habla también de estos seres. A continuación les presento un relato que nos mandó nuestro estimado amigo don Víctor Navarrete, quien radica en el municipio de Akil.

"El sol descargaba sus rayos fieramente sobre el monte yucateco, pero Mauricio estaba acostumbrado a esas condiciones y no se inmutaba, desde temprana hora había ido a la milpa de su viejo abuelo para trabajar, la deshierba era lo que hacía de principio a fin de la jornada, al finalizar se adentraba al monte a cortar leña para llevar al hogar. 

"Pero un día sucedió algo que recordaría toda su vida. Al estar utilizando el hacha para cortar unos trozos de madera escuchó un sonido que lo obligó a suspender un momento su trabajo para detectar de dónde provenía aquel ruido. Se quedó inmóvil y en silencio hasta que escuchó risas y carcajadas. Era extraño, pues no se imaginaba que alguien estuviera por esos rumbos.

"En un primer momento no le dio importancia, pero cuando captó que esas risas eran de unas jovencitas fue invadido por un fuerte deseo de acercarse a ver lo que estaban haciendo y por qué sonaban tan animadas. ¿Qué estarán haciendo? ¿Por qué reirán? Pensó.  

"Abandonó su labor y después de esconder sus herramientas entre la maleza se dirigió hacia la fuente del sonido con la intención de ver, según él, a las muchachas. Se acercaba pero el sonido también se alejaba, así que agilizó el paso, pero no lograba estar cerca de las misteriosas mujeres, poco a poco se fue desesperando por no alcanzarlas.

"De pronto, observó que ya estaba muy lejos de su milpa, exploró el terreno y se dio cuenta que estaba entre los límites de Akil y Oxkutzcab, a varios kilómetros de su lugar de origen.

"Mauri, como le llamaban cariñosamente desde pequeño sus abuelos, se sorprendió al escuchar que las mujeres continuaban riéndose locamente, también escuchó el inconfundible sonido del agua revoloteando y burbujeando, como cuando alguien se baña en un estanque.

Mujeres bañándose

"Conforme el muchacho se acercaba sentía su corazón latir a mil por hora y su pulso se había elevado considerablemente. Por su cabeza pasaban las imágenes de las mujeres bañándose desnudas, quería deleitar sus juveniles ojos. 

"Cuando por fin estuvieron a su alcance no lograba verlas, miraba por todas partes pero no veía el objetivo que había perseguido por varios minutos, sólo escuchaba las ya acostumbradas risas. Reconoció el lugar, estaban cerca de una sarteneja llamada X’mitán, un sitio que servía de abastecimiento de agua para cazadores y animales silvestres. De pronto recordó que su abuelo lo había llevado cuando era pequeño a ese lejano lugar para divertirse y refrescarse del intenso calor de estas tierras. 

"A punto estuvo de desmayarse cuando miró a dos serpientes gigantes bañándose en la sarteneja, estaban enrolladas y se reían como muchachas. Nuestro amigo no pudo moverse pues se paralizó por la impresión, lo único que pudo hacer fue esconderse y seguir observando para no llamar la atención de las criaturas, pues si se daban cuenta de su presencia se lo comerían en un instante.

"Tres largas horas pasaron hasta que las culebras gigantes salieron del agua, eran del largo de media esquina y tenían cabezas muy parecidas a las de un caballo, pero con largos colmillos y ojos amarillentos que les daban un aspecto siniestro.

Tenían alas y garras

"Lo que más asombró a Mauri fue ver que tenían alas y su cuerpo estaba recubierto por plumas y al final de su largo cuerpo tenían una filosa garra con tres extremidades que dejaban una marca de tres hileras por dónde reptaban.

"Avanzaron unos metros hasta que llegaron a un lugar despejado, luego alzaron vuelo con rumbos desconocidos. Mauri, poco a poco recobró la movilidad y pudo dirigirse a su casa, pues ya estaba entrando la noche.

"Cuando su abuelo se enteró de lo que le había sucedido al muchacho, lo regañó severamente y le explicó que no debió hacerlo pues pudo haber muerto si las culebras aladas se daban cuenta de su presencia, ya que cuando alcanzan semejantes tamaños se dirigen al mar a pasar el resto de sus vidas y en ocasiones se reproducen en sartenejas, aguadas, cenotes y grutas de las muchas que abundan en Yucatán".

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