El Ek Chapat, la Esfinge del Mayab

Se trata de un perverso ser de grandes y maléficos poderes. Su dantesco cuerpo contaba con siete cabezas y cientos de pies.

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Representación en dibujo del monstruo maya conocido como 'Ek Chapat. (Jorge Moreno/SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Hoy por primera vez en esta sección hablaremos del “Ek Chapat”, pero antes de decirles que significa o qué tiene que ver con el Mayab, les comento que la información nos la compartió nuestro lector y amigo Mario Alfonso Martín Cardeña, a quien le gustan este tipo de temas.

Dentro de la literatura griega figura notablemente la leyenda de una criatura con cuerpo de león, busto de mujer y alas de águila llamada Esfinge. La palabra esfinge significa ‘estrangulador’, y se trataba de una bestia peligrosa. Le planteaba a alguien una adivinanza y si no la acertaba (que era lo más habitual), mataba a esa persona. Fue el héroe Edipo quien logró descifrar el enigma de la Bestia y de este modo liberar a la ciudad de Tebas de tan terrible predicamento.

Dentro de la relación de criaturas fantásticas de la mitología maya existía una con un comportamiento muy similar al de la Esfinge de los griegos.

En lo más profundo e intrincando de la selva maya habitaba un perverso ser de grandes y maléficos poderes. Su dantesco y horrible cuerpo contaba con siete cabezas y cientos de pies.

Acostumbraba devorar a todo aquel incauto que se atreviera a acercarse a su guarida. Por esto, los viejos caminantes de Yucatán procuraban mantenerse siempre alejados de los dominios de tan horrible monstruo.

Señor Escolopendra

El Ek Chapat (cuyo nombre se traduce como el “Señor Escolopendra”), aguardaba con admirable paciencia el paso de los caminantes por su guarida, y los acosaba con acertijos indescifrables que tenían que adivinar para poder continuar su camino. Si el caminante fallaba en resolverlos, era desollado y devorado vivo por las siete cabezas del monstruo.

En otra versión se le destina también al monstruo la tarea de centinela del horrible sitio que sirve de guarida al temible gigante Hua Hua Pach. De acuerdo a esta historia el Ek Chapat mantiene los ojos abiertos cuando duerme y cerrados cuando se halla despierto.

A través de los siglos nadie nunca logró adivinar los acertijos del Ek Chapat, por lo que los antiguos caminos mayas (sac-bé), que todavía existen, se llenaron de huesos y calaveras de sus infinitas víctimas.

Cuenta la leyenda que un memorable día cierto afortunado viajero, seguramente auxiliado por un dios propicio, pudo descifrar finalmente aquellos embrollados enigmas, ganándose de este modo el derecho de compartir los poderes inmensos del Ek Chapat.

A partir de ese momento, también compartió el “trabajo” de centinela, pero como era de buen corazón, no quería perder, herir o hacer daño a los viajeros, por lo que se cuenta que sostuvo un duelo a muerte con el Ek Chapat y al derrotarlo todos los caminos del Mayab quedaron libres de este monstruo y así las personas pudieron caminar y transitar sin ningún tipo de temor por las comunidades.

Hace algún tiempo, un historiador de origen norteamericano publicó en una revista de su país que había descubierto que la historia del Ek Chapat se desarrolló en territorio de la península de Yucatán principalmente entre lo que hoy es conocido como Chemax (en el límite con Quintana Roo, tramo Cobá) y Valladolid, aunque nunca publicó sus fuentes.

Martín Cardeña finaliza su relato comentando que usó información tomada de los libros “El Alma Misteriosa del Mayab” de Luis Rosado Vega, 1957; “Mitología Maya: 15 Seres Fabulosos”, de Roldán Peniche Barrera, 1999 y “El Libro de los Cantares de Dzitbalché”, de Alfredo Barrera Vásquez, 1980.

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