Los nazis y su influencia en Yucatán

El cónsul de Alemania en Yucatán y sobrino de "El Zorro del Desierto" opina que la culpa de la Segunda Guerra Mundial no solo fue de Hitler. (II Parte)

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El único hijo que tuvo Hitler con Eva Braun podría estar viviendo en Brasil: Johannes Rommel. (José Acosta/SIPSE)
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Julio Amer/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Aunque es heredero de una célebre estirpe miliar, Johannes Rommel Bischoff, actual cónsul de Alemania en la Península, no quiere saber nada de guerras. Al contrario, es un hombre profundamente pacífico, tranquilo y humanitario. Pero encontrar ese camino no le ha sido fácil. La sombra del ejército alemán lo ha acompañado a lo largo de toda su vida.

Sus hijos Florian y Katherine también han pagado ese precio.

“Uno de ellos, el varón, que ahora está en Finlandia, debió enfrentar bromas poco graciosas cuando estudió la preparatoria en el Centro Universitario Montejo. Me decía que sus compañeros de clase lo saludaban a la usanza nazi, con el clásico ¡Heil Hitler!”, explica Hans Rommel para luego meditar sobre las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial en nuestro país.

“México no fue refugio de nazis tras el término de la Segunda Guerra Mundial, pero sí se sabe que existió un grupo de gente de alta sociedad mexicana que apoyó las teorías del nacionalsocialismo”, asegura.

El sobrino de Erwin Rommel “El Zorro del Desierto” (1891-1944), considerado el más famoso mariscal aléman durante la Segunda Guerra Mundial, nos comentó que quizá por la cercanía de nuestro país a los Estados Unidos los nazis que escaparon de Alemania en 1945 no se atrevieron a venir aquí, pero no se descarta la posibilidad de que una minoría lo haya hecho, más si se recuerda que durante el conflicto existieron células de espías en la República, incluso en Yucatán, donde se sabe que en el puerto de Sisal había una base de espionaje desde donde por ondas de radio se transmitía información a submarinos que, como “lobos”, aguardaban en el Golfo de México cualquier embarcación carguera estadunidense o mexicana que tuviera como destino Europa, para hundirlas a torpedos.

Según investigaciones recientes, se sabe que por Veracruz se infiltró un grupo de exmilitares fascistas, pero se les perdió la pista. Quizá México sólo fue puente de paso y se refugiaron en Centroamérica, en países como Guatemala, Honduras y Costa Rica.

¿Por qué un austriaco?

Al preguntársele por qué un austríaco tuvo tanto poder de persuasión sobre toda la nación alemana, Johannes Rommel opina que Adolf Hitler era un líder auténtico, un gran orador de inmenso carisma, que supo aprovechar el momento de desesperación y decepción que vivía la población germana tras las grandes pérdidas humanas y materiales que dejó a la nación devastada tras la Primera Guerra Mundial. El desempleo, la pobreza y el hambre flagelaron al país.

¿Quién tuvo la culpa?

En opinión del sobrino de Erwin Rommel, no toda la culpa de la Segunda Guerra Mundial se le debe atribuir a los alemanes.

“Pienso que fue en un 50 por ciento por cada bando –señaló–. El Tratado de Versalles que se firmó tras la derrota alemana en la Gran Guerra (1914-1918) estranguló la economía alemana en grado superlativo. Los pagos por reparación de daños eran altísimos, impagables. Además, Alemania perdió territorialmente todas sus colonias en África, Asia y Oceanía, al ser despojada de Tangañica (hoy Tanzania), Togo, Camerún, Ruanda, Burundi, África del Suroeste (actual Namibia), Nueva Guinea, Samoa,  Carolinas, Marianas y Palaus, por los vencedores Inglaterra, Francia, Bélgica y Estados Unidos.

”Fue entonces cuando Hitler surgió como el gran salvador de la Alemania derrotada y humillada. Hitler le devolvió el orgullo a los teutones, pero también hay que reconocer que pocos alemanes sabían bajo qué costo.

”Muy pocos conocían de la existencia de los campos de concentración, del exterminio de los judíos. Se creía que a los hebreos únicamente se les había deportado y que Auschwitz, Treblinka, Dachau, Belsen, Mauthausen, etc., eran sólo campos de trabajo para delincuentes o enemigos políticos. Se desconocía todo sobre los hornos crematorios, de las cámaras de gas (baños) con el mortífero gas Zyklon-B, de los abominables experimentos con los prisioneros, usados como ‘cobayos’ por los diabólicos médicos y científicos nazis. El pueblo alemán se fue enterando de todo este horror hasta después de terminada la guerra.

”Pero Alemania acusó gran progreso en esos tiempos, tanto en el campo económico, como en el militar, y también en la medicina. Sabemos que en esto último (el terreno científico) fue a expensas del sufrimiento de miles de prisioneros, la mayoría de ellos judíos, pero –se pregunta Hans Rommel– ¿actualmente quién sabe qué ocurre en los laboratorios experimentales del mundo? ¿Quién puede asegurar que no se siguen practicando los mismos métodos inhumanos, pero de forma encubierta?”.

Nuestro entrevistado también comparó a Hitler con otros grandes villanos de la historia.

“No defiendo para nada a Hitler, pero como se sabe, la historia la escriben los vencedores. Pocos recuerdan que Josef Stalin, el dictador ruso, provocó la muerte de más de 30 millones de sus compatriotas en purgas comunistas, o sea, que mató a más de su gente que las causadas por la Segunda Guerra Mundial, en la que fallecieron unos 23 millones de soviéticos entre militares y civiles. 

O el propio Napoleón Bonaparte, considerado un héroe en Francia, que devastó el sur de Alemania durante el siglo XVIII. O los conquistadores europeos (españoles, ingleses, franceses, portugueses y holandeses) en el Nuevo Mundo, que consideraban subhumanos o animales a los autóctonos, a los cuales casi exterminaron en algunas regiones de América, como las Antillas, que tuvieron que ser repobladas por esclavos negros traídos de África, también tratados como bestias”.

“Mein Kampf”

“Además –señala Rommel Bischoff–, Inglaterra, Francia, Estados Unidos y países amigos de éstos sabían de las intenciones de Hitler, pues en su obra Mein Kampf (Mi Lucha) lo decía todo, pero no tomaron las debidas precauciones, dejaron que el monstruo creciera y entonces, cuando ya era muy tarde, se desató inevitablemente la guerra.

”Es más, tampoco fue la Alemania de los káisers la que provocó la Primera Guerra Mundial. Fue el asesinato del archiduque de Austria, Francisco Fernando, y su esposa en Sarajevo, Serbia, a manos de Gavrilo Princip, un miembro del grupo nacionalista bosnio La Mano Negra, lo que desencadenó la Gran Guerra”.

El neo-nazismo

Rommel Bischoff señala que ninguna teoría política es equivocada, sino lo malo es cómo los humanos la llevan a cabo. El marxismo, el capitalismo y el nacionalsocialismo (nazismo) no son teorías erradas, sino que llevadas a extremo se vuelven nocivas.

Sobre el neo-nazismo, Hans Rommel opina que son pocas las células existentes y en Alemania es casi nulo ese movimiento.

“Hay más neo-nazis en Norteamérica, dentro del Kukluxklán (KKK)”, señala y agrega: “Mientras exista el racismo, habrá neo-nazismo”.

–¿Y en México, cree Ud. que haya neo-nazismo?

“Como ya dije, mientras exista el racismo, habrá células neo-nazis. En México, en la alta sociedad, todavía existe el desprecio a la gente considerada de menor rango social. Y eso es en todos los países”.

–¿Cree que se desarrolle nuevamente el nazismo, en el surgimiento de un Cuarto Reich?, le preguntamos en forma directa.

“No creo que se desarrolle, pero no hay que regar las semillas. Pues cuando en un país hay caos económico o invasión de inmigrantes, renace esa xenofobia a todo lo extranjero”, explicó sin titubear el cónsul alemán.

Hitler y su odio a los semitas

Sobre el sentimiento de odio que Hitler siempre manifestó contra la raza semita, Rommel Bischoff señala: 

“Se han vertido muchas historias al respecto. Que fue despreciado por una judía durante su juventud; que en su niñez unos banqueros hebreos habían despojado de sus propiedades a sus padres en Viena, dejándolos en la pobreza, etc., pero la más creíble es esta última.

"Él siempre dijo en sus famosos discursos, que los judíos eran unos usureros, explotadores, que se aprovechaban de la gente necesitada, y que eran unos intrusos en la nación alemana, por lo que había que arrojarlos de ella, despojándolos ahora a éstos de todas sus pertenencias. Eso provocó el Holocausto, que costó la vida a 7 millones de ciudadanos judíos en Europa".

–¿Y qué dicen los alemanes de hoy sobre el origen judío de Hitler?, le comentamos a Hans Rommel.

“Sí, se ha hablado de ello. Se dice que por el lado de su madre había sangre hebrea, pues era hija de una sirvienta con un patrón semita. Pero nunca se comprobó nada al respecto. Además, que se ganaría con ello”.

¿Y si la Alemania nazi hubiera ganado la guerra?

Entonces le hicimos una pregunta directa y sin preámbulos al sobrino del mariscal Erwin Rommel:

–¿Qué cree Ud. que hubiera ocurrido si Alemania ganaba la guerra? ¿Ha leído el título “Fatherland” (Patria), cuyo tema versa precisamente sobre la victoria nazi sobre los Aliados, con un Hitler festejando en 1964 su cumpleaños 75 con buenas relaciones entre Berlín y Washington, una Europa bajo la bota alemana, vigente aún la campaña contra Rusia, que aún no se doblegaba, y el resto del mundo no sabía nada del Holocausto judío, según esta novela de ficción que fue un best-seller del autor británico Robert Harris, llevada a la pantalla grande?

“No, no he leído esa novela, ni he visto la película, pero no creo que hubiera ocurrido algo así si Alemania ganaba el conflicto. Si el Tercer Reich hubiera sido el vencedor, Hitler no habría seguido en el poder. Él habría sido el motor para llevar a Alemania a la victoria, pero después se habría necesitado a un cerebro político para manejar al nuevo imperio germano. Es como el caso de Hernán Cortés en México. Él conquistó la Nueva España, pero la corona ibérica mandó a un virrey para gobernar la colonia. Cristóbal Colón descubrió América, pero tampoco fue su gobernante.

–¿Y si se hubiera atrasado unos meses el final de la guerra, cree Ud. que Alemania habría dado un giro a las acciones para retomar la ofensiva en base a armas nucleares que ya estaban construyendo?

“De hecho –señala Hans Rommel–, Alemania le llevaba un paso adelante en tecnología militar a los Aliados. Habían construido los gigantescos cañones Bertha y Dora, los cohetes V1 y V2 que castigaron Londres, el primer aeroplano a propulsión a chorro, los primeros submarinos nucleares e incluso ya estaban por terminar la primera bomba atómica, cuando se derrumbó la resistencia germana a finales de abril de 1945. Se dice que se encontró un mapa en la Cancillería alemana en donde se indicaba los lugares en los que iban a ser dirigidas las primeras descargas atómicas: Londres, Nueva York, Moscú… ¡Y qué bueno que no ocurrió, porque quién sabe qué hubiera pasado entonces. Quizá la historia sería otra!”

Un hijo de Hitler

–Y de la familia de Hitler, ¿qué quedó?

“No se sabe mucho. Los parientes se cambiaron el apellido. Sólo unos sobrinos de Hitler se sabe que viven en Austria. Pero se dice que el Führer tuvo un hijo con Eva Braun y que actualmente tendría unos 68 años de edad y que estaría viviendo en Brasil”.

El dato nos recordó aquella cinta “Los Niños del Brasil”, protagonizada por Gregory Peck (Josef Mengele) y Lawrence Olivier (el cazador de nazis), donde se maneja la versión de la clonación de infantes con las mismas características del líder nazi en base a células extraídas a Hitler cuando éste se hallaba aún con vida.

Era de paz

La esposa de Johannes Rommel interrumpe la plática para enseñarnos unas añejas y amarillentas fotografías de su padre Adolf Feldmman y los hermanos gemelos de éste.

La Sra. Evelyn de Rommel nos asegura que ella no quiere saber nada de la guerra, porque su padre constantemente sufría pesadillas por haber vivido en carne propia ese tan terrible episodio de la historia.
“Sus hermanos gemelos murieron en Normandía y él (su padre) sobrevivió, pero le quedaron muchas secuelas de la guerra.

”Él nos contaba un episodio que yo nunca pude olvidar –prosiguió la esposa del cónsul–. Decía que en el frente ruso, durante la Batalla de Stalingrado (donde se combatió encarnizadamente), se encontró a un compañero herido que le pidió ayuda. Mi padre lo llevó  sobre sus espaldas casi 10 kms., pero cuando llegó a la base, su camarada ya había fallecido. Nunca supo cuánto tiempo estuvo cargando un cadáver”.

Y la señora Feldmman continuó: “Nosotros los alemanes no queremos saber más de guerras, aun cuando no las vivimos en carne propia. Nuestro hijo Florian, que actualmente vive en Helsinki, Finlandia, tuvo un problema aquí cuando cursaba la preparatoria, pues sus compañeros lo saludaban a la usanza nazista de ¡Heil Hitler!, Tuvimos que hablar con el director de la escuela para pedirle que esa broma no continuara, pues era de muy mal gusto. Y gracias a Dios dejaron de molestarlo con eso”.

Y para concluir la larga pero interesante conversación con los Rommel, se despidieron con esta frase:

“El pasado de la guerra ya está enterrado para nosotros los alemanes. Ahora queremos vivir una era de paz y que todo lo que hemos hablado esta tarde se quede ahí, atrás, para nunca más volver…”

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