"La pochota encantada en Chiapas"

En pleno corazón de Chiapa de Corzo, hay una enorme ceiba de edad indefinida.

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En pleno corazón de Chiapa de Corzo, hay una enorme ceiba de edad indefinida. Le llaman la pochota. Dicen que ya estaba grande y vieja cuando fundaron el pueblo. Se ubica en la parte sur del parque central. Su tronco es enorme y sus ramas muy altas. Según Roberto Fuentes Cañizales, en el pasado la pochota se usó para ahorcar a los delincuentes locales. Dicen que también perecieron allí algunos inocentes que estorbaban al sistema político y social imperante.

La gente comenta que en ese árbol fue ejecutado don Enrique Verdi, quien fue un gran militar y un famoso hechicero. A partir de este hecho, la pochota empezó a hacer cosas extrañas. Una era acostarse de noche sobre la calle tapando el camino y nadie debía pasar sobre ella.

Cierta noche y ya muy tarde, pasaron por el sitio dos jóvenes que regresaban de visitar a sus novias. Vieron a la pochota tendida sobre la calle impidiéndoles el paso. Uno, conocedor del mito, rodeó el árbol. El otro se burló de su amigo y dijo que brincaría la pochota y amarraría su pañuelo en la rama más alta como prueba de su hazaña.

Pasó del dicho al hecho y riendo a carcajadas se metió entre las grandes ramas y amarró su prenda tal como lo había anunciado. Su amigo observó a prudente distancia la maniobra y después cada quien se fue a su casa.

Al día siguiente muchas personas fueron a ver el árbol porque ya se había difundido la noticia de que se había caído la pochota. Pero ella estaba allí como siempre de pie y más hermosa. Entre esa gente estaba el joven prudente, quien afirmaba con certeza haberla visto acostada la noche anterior. Para fundamentar su dicho contó que su amigo había amarrado un pañuelo en una de las ramas. De pronto alguien gritó al ver la prenda colgada en una rama muy alta. Todos los demás vieron el pañuelo.

El que ya no pudo ver nada fue aquel joven atrevido que desafió al poderoso árbol pues amaneció muerto en su casa. La gente de la comunidad llegó a una conclusión: “El árbol le ganó, la pochota sí está encantada”.

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