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En la descalificación de los diputados y senadores de representación proporcional se esgrime el argumento de que esta vía se estableció como un remedio provisional en el sistema electoral. Su fin habría sido permitir a partidos distintos del PRI el acceso a las cámaras hasta en tanto se encontraran en posibilidad de ganar distritos electorales. Como consecuencia, al haberse ya logrado esa competitividad, los plurinominales no tienen razón de existir. Esta noción es insostenible en la realidad actual.

No tiene sentido pretender que las cosas, desde objetos hasta instituciones, dejen de ser útiles una vez lograda su meta original. Así, por ejemplo, los parlamentos en el mundo surgieron para contrapesar a los reyes, de donde no se puede concluir que las repúblicas no deban tener estas instituciones, pues en ellas cumplen funciones críticas.

Más allá de las intenciones de quienes la implementaron en México, la representación proporcional es un sistema de uso regular en una gran cantidad de países desde finales del siglo XVIII. Su propósito es lograr una representación que incluya las distintas opciones partidistas en la misma proporción en que éstas son votadas. En países como España y Portugal es el único sistema electoral. En Alemania, de donde la legislación mexicana tomó sus bases, la elección del conjunto de la cámara se ajusta a este principio. Es una forma estable de elección que no se supone ni transitoria ni asistencial.

En el México de 1977 sí tuvo como resultado permitir el acceso a la Cámara de partidos antes excluidos y ayudó a que efectivamente crecieran. Esto, sin embargo, no socava su función principal -dar proporcionalidad a la asamblea que se elige- en el México de hoy. Muy por el contrario, si en 1979 la representación proporcional permitía el acceso al parlamento sólo de minorías políticas, el día de hoy da acceso a todos los partidos. Pero lo que es mucho más importante es que los plurinominales son los únicos diputados que dan representación a la mayoría de los mexicanos, pues desde 1997 aproximadamente el 60% de los votantes pierden la elecciones en su distrito. La única vía de representación de esta mayoría de electores es la plurinominal. En cuanto al crecimiento de los partidos, es indispensable admitir que si esto era necesario en 1977 lo es mucho más hoy, en que los partidos tradicionales han caído en un descrédito profundo. Es decir, la representación proporcional no tenía por objeto que creciera el PAN, sino que es un mecanismo adecuado para que, en la normalidad democrática, nuevos partidos puedan formar parte del Congreso y, en su caso, crecer y derrotar a los actualmente grandes. Hoy la proporcionalidad es una necesidad democrática imprescindible.

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