No conocen Yucatán, pero hablan maya y son expertos jaraneros

Los hijos de los migrantes yucatecos que viven en Estados Unidos mantienen vivas las costumbres de la tierra de sus padres.

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Debut de grupo jaranero en EU. (Milenio Novedades)
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Israel Cárdenas/SIPSE
MÉRIDA, Yucatán.- A cinco mil 700 kilómetros de Mérida, en Portland, Oregon, Estados Unidos, una generación de niños que jamás ha pisado Yucatán habla maya, visten ternos o filipinas, incluso dominan la jarana con sus pasos del 6x8 y el 3x4.

Se trata de hijos de migrantes yucatecos, de entre cinco y diez años, que nacieron y viven rodeados de las comodidades propias de un país de primer mundo, que complementan con las costumbres de sus padres que llegaron a esa nación sin documentos de migración en busca de hacer realidad el sueño americano.

David Canché tiene cinco años y confiesa que en un principio se negó a usar la filipina, alpargatas chillonas y sombrero blanco que su padre porta con orgullo en cada vaquería que organizan los clubes de migrantes en esta ciudad.

Hoy, junto con otros nueve contemporáneos, integran el primer grupo infantil de jaraneros, que conformaron hace más de un año, y que complementan con los juegos propios de su edad y sus estudios de nivel básico.

Kyara, de nueve años, confesó que le daba pena portar el terno de los colores pastel que le trajeron sus parientes de Maní, actitud que cambió cuando escuchó en vivo a la orquesta jaranera que amenizó la vaquería de 2012.

Ambos sólo conocen Yucatán a través de Youtube, y expresaron el deseo de visitar pronto la tierra del Mayab que vio nacer a sus padres.

El pasado viernes, este grupo de pequeños jaraneros debutó al son de la Orquesta de las Misiones Culturales de Yucatán, cuyos integrantes de diversos municipios viajaron a Portland para ser el “platillo fuerte” de la magna fiesta que congregó a cientos de paisanos, quienes por siete horas convirtieron Portland en una extensión de Yucatán.

Fue la tradicional fiesta del pueblo, en la que el tablado, la corrida de toros y los pasacalles fueron parte de la imaginación, pues las reglas de esta ciudad estadunidense impiden actos como este al aire libre.

Sin embargo, no fue impedimento para disfrutar tacos de cochinita pibil, panuchos y salbutes, que tienen un precio de dos dólares cada uno. 

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