Por Arturo Valadez Guillermo 

Una vez más, estimado lector, te quiero compartir una situación que a lo largo de los años ha ocurrido y ocurre, pero que está en nosotros evitar que siga sucediendo; me refiero a lo que atraviesan aquellos hombres y mujeres que juraron protegernos hasta a costa de su vida, pero son pasados por alto, señalados y en ocasiones acusados injustamente, los de traje oscuro y actitud determinante, responsables de salvaguardar la seguridad, los policías, personas como tú y como yo que buscan ganarse dignamente el sueldo con el sudor de la frente, literalmente.

Pareciera que a muchos eso no les importa porque se quedan con la idea de lo que el amigo de un amigo les dice, lo que se rumora por ahí, mas no se han dado la oportunidad de saludar, conocer y reconocer a esos héroes anónimos.

A veces en patrulla, otras dirigiendo el tránsito, pero te aseguro que todos los días ves al menos a un policía y en ocasiones ni los tomamos en cuenta, vaya ni el saludo les devuelves; no es justo, porque si al doctor, ingeniero o maestro le damos algún tipo de saludo ¿por qué a los policías no?

Ellos también son cabeza de familia, que con dignidad cumplen una responsabilidad un tanto ingrata. En repetidas ocasiones he tenido la oportunidad de conocer un poco más de lo que hay detrás del porte firme y de marcialidad, he visto el lado humano, sus ambiciones personales, metas y hasta temores, y créanme que son individuos de quienes nos tenemos todos que sentir orgullosos por el empeño y esfuerzo que dedican a su labor, que no cualquiera podría realizar, no por la actividad física sino por todo lo que los rodea.

En fin, regálate una oportunidad de platicar con el policía, cruza unas palabras con él y verás que no me equivoco. Con esta sugerencia me despido pidiéndote que no te olvides de sonreírle a la vida. Hasta la próxima.