Cambio de juego

Con la reforma energética, la izquierda organiza su oposición con la idea de recuperar algo del respaldo social que perdió en las urnas.

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Las elecciones son las vacaciones de la política. – Cid Pacheco

Pasado el proceso electoral, los partidos retoman la política. Los reflectores nacionales se dirigen hacia la reforma energética, en un momento en que la izquierda organiza su oposición al proyecto con la idea de recuperar algo del respaldo social que perdió en las urnas; sin embargo, en esta ocasión no cuenta con sus aliados del 7 de julio.

Esta aparente ruptura PAN-PRD se explica si consideramos el entorno del Pacto por México. 

El gobierno federal sostiene como prioridad una reforma energética que atraiga inversión privada y fortalezca la economía nacional y la administración del presidente Peña Nieto, y de paso haga a México más atractivo para los capitales internacionales. 

La coyuntura resulta atractiva para Acción Nacional, que ya se había mostrado afín a introducir el factor privado en algunas acciones del sector energético, y de paso aprovechar una nueva oportunidad para sus competencias internas.

El PRI, por su parte, ratifica su respaldo a la intención del gobierno emanado de sus filas, sin perder la rectoría del Estado sobre los hidrocarburos. Ya en las discusiones de la XXI Asamblea Nacional, los priistas se pronunciaron por una reforma energética profunda, que permita inversión privada pero que mantenga intacta la propiedad de la Nación.

En estas condiciones, se anticipa una interesante discusión cameral sobre la reforma tan esperada hace más de dos sexenios y que parece encontrar en el ambiente de una oposición debilitada y un PRI fortalecido (según apuntó hace días The Economist) la mejor oportunidad de dar buenos frutos para el país.

Las elecciones están ahora bastante lejos, y tanto el PRI como el PAN han retomado la política. ¿La abandonará el PRD?

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