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Uno de los principales obstáculos para ser positivos es olvidarnos de que en nuestro interior hay una fuente inagotable de recursos positivos. Cuando se busca la felicidad, el amor o la paz en el mundo exterior, se queda a expensas únicamente de lo externo, como son: personas, posesiones, circunstancias o ambientes que nos influyen fácilmente, limitando nuestra capacidad de libre elección.

Nos dejamos influir al identificarnos con quienes interactuamos, con las cosas, con los diferentes roles o con las circunstancias que nos rodean buscando en ellas nuestra identidad y valor, cuando en realidad no están en ningún aspecto externo. La identidad es como nos vemos o experimentamos a nosotros mismos en cualquier momento, consciente o inconscientemente. Esta imagen de uno mismo es la influencia más poderosa para nuestra autoestima, por lo que cuando un aspecto externo influye en nuestras perspectivas, actuamos desde lo más superficial de nuestra consciencia sin tomar en cuenta nuestros valores, cualidades, aciertos y sabiduría interior.

Entre los aspectos circunstanciales se puede pensar: “está lloviendo, qué lata, no podré ir de excursión” (frustración), “mis padres no pudieron pagarme la carrera universitaria, así que siempre estoy en desventaja” (resentimiento), “hoy estoy de malas, me rayaron mi coche nuevecito” (coraje), “esta persona es muy inteligente, mis ideas no servirán de nada” (inseguridad), “no sé qué voy a hacer si él/ella me deja” (dependencia), “me vas a volver loca con tu desorden” (molestia y reclamo), “si va tal o cual persona a la fiesta, yo no iré; no la soporto” (miedo, desprecio). Y así, estos y muchos otros aspectos externos conllevan la pérdida de la autoestima limitando nuestra libertad.

Al darnos cuenta de que tenemos la capacidad de manejar nuestros pensamientos, en lugar de ser influenciados por otras personas y por las posesiones y las circunstancias, podemos ser nosotros quienes influyamos en las circunstancias, posesiones y personas, al tomar en cuenta otras posibilidades, cualidades y valía. Entonces nuestro estado mental y emocional deja de depender de lo que otros dicen, tienen y hacen.

Somos nosotros quienes decidimos y creamos nuestra actitud mental y emocional positiva, comprendiendo que respetando y confiando en nosotros mismos los demás nos respetarán y confiarán en nuestra persona. Es cierto el dicho: “Cómo quieres ver el sol naciente si siempre estás mirando hacia el poniente”.

¡Ánimo!, hay que aprender a vivir.

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