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Los diversos medios de comunicación social son la fuente principal de la opinión pública, que es como la conciencia colectiva de la sociedad. La influencia que ésta tiene en nosotros es determinante. El miedo es la emoción que más perturba y angustia ante un peligro real o imaginado, que puede estar en el presente o “existir” en el futuro mas no por ello deja de tener influencia en nuestro ánimo.

La percepción que cada quien tenga de la realidad es lo que cuenta… ¡y nada más! La mercadotecnia manipula las emociones de las personas para diversos fines: “es inteligente quien compra el celular más nuevo y con más funciones”, “es importante quien asiste al evento deportivo mundial, así que iré aunque hipoteque mi casa”, y, sin razonar, nos lanzamos a empresas descabelladas, pres@s de emociones suscitadas por la publicidad para calmar la ansiedad de quedar fuera del estatus en el que está la gente “importante”, la gente “bonita”, admirada y envidiada, que es a donde hay que ¡pertenecer! Se dejan llevar por la publicidad tendenciosa que leen, escuchan, miran en tv o en las redes sociales.
Es una verdad innegable que los mercadólogos sin ética reiteradamente manejan decisivamente las emociones del público para ganarse las preferencias en productos poco confiables para diferentes usos e igualmente para posicionar a personas en ámbitos como la política, “artistas” de escasa valía, etc., y así ganar popularidad efímera. Se manipulan la imagen, la información, en un juego emocional que enrarece el ambiente social “fabricando realidades inexistentes” que convienen a sus fines.

Cuando la persona está atrapada por sus emociones, es imposible el razonamiento. Fantasioso o no, el efecto se logra por las diversas emociones despertadas en la audiencia. Sin asomo de ética, exageran las bondades de productos y de individuos sin ningún escrúpulo. Es lamentable que tan solo un grupo reducido de personas haga un examen razonado de las propuestas que se ofrecen; dicho examen se dificulta porque la información veraz es insuficiente.

En general, la gente sencillamente se deja llevar por los diversos medios de publicidad; sin embargo, la esperanza es que lo publicitado sea refrendado por los hechos. La manipulación social se da donde no existe conciencia crítica, que llama a las cosas por su nombre. La verdadera crítica es la liberación de uno mismo por la toma de consciencia y por la puesta en práctica de la verdadera libertad: la búsqueda del propio BIEN y el de los demás.

¡Ánimo! hay que aprender a vivir.

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