|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Su origen en 1992 obedeció a una época en la que México lidiaba con inflación en un entorno internacional, en el que en Inglaterra se vendían empresas públicas y se creía que el libre comercio iba a fomentar el empleo y bajar precios; en México urgían estos puntos. Pasaron más de 20 años, las tasas de interés siguen caras, los precios de productos extranjeros más caros en México que en Estados Unidos, y los mexicanos más baratos en Estados Unidos que en México. Crecieron comercio e inversión increíblemente, pero el empleo y el PIB no en la misma proporción. ¿Cómo puede ser posible esa incongruencia? Sencillo, solo favorecieron a grandes empresas.

El factor político en las negociaciones ya juega un papel; es decir, se toman en cuenta sectores afectados por el TLC, principalmente industrias que en los dos lados quebraron por la apertura indiscriminada a productos asiáticos, cuyas condiciones de fabricación eran subsidiadas o más baratas por no pagar costos de regulación ambiental ni de prestaciones a los trabajadores. Trump, para contrarrestar este efecto, bajó el impuesto sobre la renta, subió algunos aranceles y generó una cultura nacionalista de crítica a las empresas norteamericanas que invierten en fábricas fuera de Estados Unidos. El factor político nunca debió haberse salido del TLC como dice la canciller canadiense: “Necesitamos un TLC que favorezca al país y a la clase media”.

Entramos a una negociación no voluntaria con amenazas de aranceles, cancelación del TLC y otras; al final logramos ciertas ventajas, como que los productos rurales ya van a poderse exportar en tiempo de producción natural; antes, si era época de naranjas, no se podía exportar, ahora ya se puede. Otro factor bueno es el certificado de origen, antes se tenía que ir a una oficina de gobierno para la constancia de cada exportación, ahora los fabricantes van a poder hacer el trámite una vez.

La desventaja más importante es la solución de disputas que México aceptó que fueran ventiladas en tribunales y no en paneles binacionales; de hecho, esta incursión de la política en el comercio es la razón fundamental por la cual Canadá no quiere firmar el acuerdo; este punto cosmético y que nulifica un acuerdo tácito de libre comercio en la práctica no es valioso, ya que cada país tiene instrumentos como aranceles o regulaciones diversas para contrarrestar el comercio de productos indeseados.

La pyme mexicana y su productividad no se tomaron en cuenta.

Lo más leído

skeleton





skeleton