"La mexicanidad y las prerrogativas humanas"

Todavía persisten en nuestro ánimo y en nuestros oídos los vítores a nuestros héroes patrios, las arengas para amar más a nuestro país, México.

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Todavía persisten en nuestro ánimo y en nuestros oídos los vítores a nuestros héroes patrios, las arengas para amar más a nuestro país, México. La interrogante surge pronta, luminosa, como el rayo que aclara brumas de incertidumbre y deja escuchar el estruendo de su voz en la casa de la sociedad mexicana: ¿podemos amarlo más?

El amor hacia nuestra mexicanidad nos nace del fondo del alma acompañando el sentimiento de pertenencia a nuestra casa, a nuestro hogar, a nuestra familia…

Sin embargo, los sentimientos patrios forman parte de nuestras prerrogativas como seres humanos, al igual que toda la gama de los otros derechos, como los civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, además de los derechos primarios, como el derecho a la vida, a la libertad, la dignidad…

De manera sencilla, diré que los Derechos Humanos han dado cimiento a las prerrogativas que ahora tutela el Estado, primero con nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, para organizar y garantizar el usufructo pacífico de esos derechos, y después con los demás ordenamientos propios del país, los estados y los municipios y con la legislación internacional que México ha suscrito y ratificado.
Un puñado de hombres y mujeres, conscientes de la necesidad de erigirnos en una nación libre y soberana, ejercieron sus derechos civiles y políticos y nos dieron libertad e independencia, incluso a costa de su propia existencia.

Quizá por eso en septiembre acentuamos nuestro sentimiento de mexicanidad.

Cien años después otros hombres y mujeres de conciencia hicieron la primera revolución social en el mundo y ampliaron el universo de nuestras prerrogativas humanas, insisto, que ha de tutelarlas el Estado, precisamente para su correcta observancia.

En ese interminable mar de los Derechos Humanos, hombres y mujeres hemos de navegar en navío imbatible ante el huracán de la intolerancia y el cúmulo de antivalores que verían con satisfacción el naufragio de nuestra nao de valores, de amor a la patria y a nosotros mismos.

¡Viva México!

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