Pedir un jugo, una horchata y hasta un vaso de agua es una nueva responsabilidad ecológica que debemos observar todos los días, ya que tiene que ver con la costumbre de usar un popote para disfrutar la bebida, muchas veces sin necesidad de utilizar el objeto que ahora resulta que se ha convertido en protagonista de campañas que nos avisan del daño que hacemos al planeta.

Pero la preocupación debería ir más allá. La semana pasada la Organización de las Naciones Unidas compartió un documento en el que dio a conocer 170 acciones que deberíamos aplicar para tener un mundo mejor.

Según indica en su página de internet, hace más de tres años 193 países adoptaron la Agenda 2030 y acordaron 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible para terminar con la pobreza, proteger al planeta y garantizar la prosperidad para todos, pero el reloj está corriendo y urge aumentar la responsabilidad social.

Todavía hoy, unos 13 millones de toneladas de plástico son vertidas a los océanos cada año, afectando la biodiversidad, la economía y la salud porque este material que es barato, ligero y fácil de producir no desaparece fácilmente, pero tampoco se recicla.

Los contenedores de plástico representan la mitad de los desechos en el mundo y es que los usamos para todo, como las botellas donde tomamos agua, que utilizamos una sola vez, las bolsas que nos regalan en el supermercado con la mercancía, el vaso o bolsa donde nos ponen el mango, el maíz o pepino con sal y chile. Y así. La lista es interminable, porque sólo un 9% de los nueve mil millones de toneladas de plástico que se han producido en el mundo ha sido reciclado.

Dejar de pedir popote o comprarte uno de bambú para utilizar de forma personal podría ser una opción para contribuir al planeta en el que vivimos todos y que nos estamos acabando.

Yo aprovecho que es lunes para celebrar al planeta poniendo en práctica algunos consejos para mejorar su condición. ¡Que sea feliz!.