Aprendí a andar en la carretera desde niña porque tengo un padre viajero que dedicó toda su vida al comercio, quizá debido a su apellido y procedencia o porque así decidió ganarse el sustento; el caso es que su actividad siempre lo llevó a otras ciudades que recorrió en automóvil, excelente pretexto para llevar a sus hijos, aun cuando pequeños, para hacerle compañía.

Esos viajes nos enseñaron a ser pacientes porque debíamos esperar en cada pueblo en el que paraba a entregar o levantar pedidos. Eso nos permitió conocer mucho de lo que hay alrededor de la ciudad donde vivimos.

Además, mi madre, también viajera, cargaba a cuatro menores de edad hasta la Ciudad de México, Querétaro o donde fuera que alguno de sus hermanos viviera para visitarlos durante agosto.

Hoy sigo siendo viajera, aunque ahora voy más lejos. Y sigo haciendo carretera, en compañía de algún hermano y sus representantes. Como siempre, ver otros paisajes te da la ocasión para comparar.No hay nada más lindo que pasar momentos agradables con personas a las que quieres desde que nacieron, pero con las que no tienes oportunidad de pasar más tiempo.

Hacer la carretera da esa oportunidad. De la ruta. De conversar. Compartir el pan y la sal. De encontrar cosas en común. De conocer al otro.

A lo largo de mi vida he tenido varias oportunidades de hacer carretera con diferentes personas entre amigos y familiares. Lo he hecho en México y en Asia.

La falta de WIFI 24 horas del día permite saber qué ocurrencias tienen los compañeros de paseo, ya lo he comentado en otras ocasiones, pero esta vez es genial porque son milleanials que comparten mi apellido, así que nos parecemos, nos diferenciamos, nos enseñamos, aprendemos, pero sobre todo hemos compartido risas.

Mientras, yo aprovecho que es lunes y que ya comenzó septiembre para buscar compañía y celebrar juntos a los héroes que nos dieron patria y libertad. Que sea feliz!