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En 1968 se fundó el Patronato Institución Asistencial para representar a la sociedad y conseguir ayuda y apoyo para las Hermanas de la Caridad que ya habían abierto las puertas de su casa para ayudar a todos aquellos que necesitaran un lugar para descansar y retomar las fuerzas porque se encontraban enfrentando algún tratamiento médico. La casa de las Hermanas de la Caridad se convirtió en el Albergue Temporal San Vicente de Paul que con los años ha ido remodelándose con el objetivo de ofrecer un servicio digno y una ayuda más eficiente.

Con el pasar de los años, el gobierno decidió hacer un nuevo hospital de alta especialidad en una zona muy distante de nuestro albergue y al ver que las personas que recibían atención en este hospital tenían necesidad de apoyo donaron un terreno en el que construir un Albergue Hermano, el Albergue Buena Voluntad que abrió sus puertas hace cinco años y que ofrece igual que el albergue temporal un lugar en donde dormir, tres comidas diarias, lugar de descanso, de lavado de ropa, apoyo espiritual tanto a enfermos como a familiares.

Son incontables las personas que laboran en ambas instituciones. Por supuesto el pilar de ellas son las hermanas que dedican su día y su vida a la atención de quienes más lo necesitan. En el Albergue Temporal San Vicente de Paul son las Hermanas de la Caridad las encargadas de su funcionamiento y en el Albergue Buena Voluntad son Misioneras de María Inmaculada. Sin ellas el funcionamientos de nuestros albergues sería imposible, su dedicación, su disciplina y amor son la espina dorsal de nuestra labor. En cada albergue hay un equipo de trabajadores que no solo cumplen con los requerimientos de sus puestos sino que lo hacen siempre con una sonrisa y con toda su pasión. Los donadores que sostienen realmente este proyecto con sus apoyos ya sea mensuales, semanales y en ocasiones diarios, ellos son las manos de la divina providencia que hacen que nuestros albergues siempre tengan suficiente para ofrecer ayuda y apoyo. El gran equipo de voluntarios que vienen de diferentes grupos y han elegido diferentes maneras de apoyar pero que siempre están presentes y levantan nuestro espíritu. Y siempre la presencia de Dios, que nos acompaña y nos permite encontrar en nuestro interior una manera de ayudar a quienes más lo necesitan permitiéndoles no solo recuperar las fuerzas sino también recuperar la esperanza.

En ambos albergue se reciben tanto a indígenas, como obreros, trabajadores del campo, madres solteras, familias todo aquel que necesite apoyo y sea referido por las instituciones oficiales quienes verifican su necesidad y les indican cómo llegar, aunque después de tantos años de labor ya muchos conocen los albergues por la labor realizada. Muchos vienen del interior del estado pero también vienen de estados aledaños como Campeche, Chiapas, Quintana Roo, Tabasco y otros, algunos vienen de otros países como Belice y Honduras y muchos más. En el Albergue Temporal se da apoyo diariamente a más de 150 personas y en el Albergue Buena Voluntad a más de 60. Esto es un gran compromiso que el patronato y las hermanas han adquirido pero que han podido llevar a cabo gracias a la sociedad yucateca que siempre ha querido a esta obra y la ha apoyado todo el tiempo.

Dice el Papa Francisco que “Si realmente queremos encontrar a Cristo, es necesario que toquemos su cuerpo en el cuerpo llagado de los pobres” y si realmente queremos encontrarle sentido a nuestra vida, es en la ayuda a los demás, sobre todo, a los que más lo necesitan en donde podemos encontrarlo. Hoy estamos de fiesta y de agradecimiento, cumplimos 50 años de realizar nuestra labor pero no solamente tenemos una historia gloriosa que recordar y contar sino que tenemos una gran historia que seguir construyendo. Gracias por ser parte de esta historia y por permitirnos seguir escribiéndola. “Sin un corazón lleno de amor y sin unas manos generosas, es imposible curar a un hombre enfermo de su soledad”, Madre Teresa de Calcuta.

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