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Pequeña, tú tendrías que haber regresado a clases como todos los niños de tu edad. Tu pueblo, tu familia debieron darte el cuidado suficiente, acompañarte y protegerte, no mandarte sola a la calle, porque las calles de México ya no son seguras para nadie, de hecho son muy peligrosas para nosotras las mujeres. En los últimos tiempos nos queda claro que vivimos en un país muy violento con nosotras. Nos asesinan sin consecuencia, nos asesinan con una violencia brutal que se descarga en nuestro sexo y en nuestras formas femeninas. Tu ausencia es dolorosa no sólo por la manera tan brutal con que te arrebataron la vida, lo es también porque tu ausencia es la ausencia de justicia y la evidencia de cómo nos tratan a las mujeres, a las niñas. La forma bestial con la que un hombre de 19 años destrozó tu cuerpo sin piedad alguna, la forma de deshacerse de tu cuerpecito de seis años: aventándolo a un pozo y luego cubriéndolo de basura para que nadie te encuentre. Ni tú, ni ninguna niña o mujer deben ser cubiertas por la basura, ninguna mujer debe seguir siendo portada en la prensa por una muerte horrenda e impune, ningún hombre debe creer que tiene derechos sobre nuestro cuerpo de tal manera.

Tú vivías en el pueblo de Tahdziu, se cree que en los pueblos las mujeres estamos más seguras porque los pueblos mexicanos aún están cubiertos de paz e ingenuidad. Tu ausencia nos demuestra que no siempre es así, es más, en muchos pueblos las mujeres siguen siendo la presa perfecta para las autoridades, los caciques, los asesinos. No me atrevo a escribir tu nombre, me duele leerlo en la prensa, me duele pensar que eres una estadística más, me duele sentir que tu nombre es solo la multiplicación de tantas niñas violadas y asesinadas en manos de hombres que hoy son prófugos de la justicia, sin ningún temor ni conciencia. Me gustaría que tu muerte no quedara impune, que fuera el fondo que necesitamos tocar para que este país empiece a proteger a sus mujeres. Leo que la familia de tu asesino fue sacada del pueblo, ojalá así podamos sacar de este país feminicida a aquellos que no hacen nada, que incluso protegen a los violadores, a los asesinos de mujeres y niñas. Ningún rincón de este país está seguro, Yucatán: el estado más pacífico para vivir, tendrá que cambiar de eslogan después de tu muerte, que es precedida por el intento de violación y homicidio de otras dos mujeres.

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