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Una de las disciplinas de mi interés son los derechos humanos. Dentro de las variantes de estos derechos, me inclino por los derechos de las mujeres indígenas y poblaciones étnicas. Las legislaciones hacia este vulnerado sector de la población son prácticamente nulas. La invisibilidad jurídica es tan notoria que solamente en siete ocasiones son nombradas de manera directa en reglamentaciones nacionales.

En relación con las mujeres indígenas se puede observar, tanto a nivel internacional como nacional, que el avance en el reconocimiento de sus derechos es muy limitado. Las convenciones y legislaciones en las que se les protege son variadas y pueden considerarse como incluyentes de todos los segmentos que abarca el vocablo, pero en lo particular las indígenas siguen siendo relegadas a un término jurídico secundario, esto a pesar de que es del conocimiento general que son las mujeres y niñas indígenas las que se encuentran en franca exclusión. De entre los pobres, ellas son las más pobres; dentro de los índices de analfabetismo, son ellas las que suman el mayor porcentaje. La discriminación y las diversas formas de violencia son ejercidas consuetudinariamente.

Esta realidad de mis congéneres es uno de los motores que me impulsan a concretar mis proyectos y para eso me estoy preparando educativamente; soy indígena maya migrante de su terruño y creo fervientemente en la educación como factor de cambio. En ese camino andamos, por lo que me congratula anunciar que en días recientes he obtenido el grado académico de Maestría en Derechos Humanos en la Universidad Marista; admito lo difícil que me resultó el trayecto, dada mi ajetreada agenda de trabajo. ¡Pero lo logré! Lo normal sería agradecer a mis maestros, familia y amigos por su apoyo desinteresado, sin embargo tengo que reconocer en primer lugar el apoyo recibido del GOBIERNO DEL ESTADO a través del Ibecey, que me otorgó una beca crédito para así poder pagar las copiosas colegiaturas de mi ahora alma mater.

Todavía queda un largo camino para obtener título y cédula profesional; por alguna razón, el departamento encargado de la SEP nacional camina a paso de tortuga, la centralización para la validación y producción de los documentos terminales da al traste con la continuidad de proyectos laborales o educativos a nivel doctoral. Esta triste demora es igual para universidades privadas que para públicas. Bueno resultaría que los aires nuevos prometidos aceleren los trámites quelonianos desesperantes para los que tenemos prisa por mejorar.

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