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Existe un hecho innegable: el embarazo prepara a la mujer para ser madre, y una vez que el bebé deja de alojarse en su cuerpo, esta mujer se convierte en la madre de un bebé.

El sábado pasado, en más de 150 ciudades de la República Mexicana muchos mexicanos alzaron la voz por los que no tienen voz, llevando a cabo distintas actividades que ponían de manifiesto por qué luchar a favor de la vida y ser la voz de aquellos que no la tienen aún, pintando de azul las ciudades con la Ola Celeste que inició en Argentina y que se ha propagado por Latinoamérica.

En Mérida, una de las actividades realizadas consistió en escuchar el corazón de un bebé en el vientre de su madre, con ello podríamos decir que el bebé, aún sin voz, gritó que está creciendo gracias al sí de su mamá, que se está desarrollando para alcanzar la plenitud de la gestación y con ello ver pronto la luz.

En otras actividades, una joven con Síndrome de Down también alzó la voz por todas las personas que potencialmente pudieran padecer alguna discapacidad, confirmando que la vida humana no es menos o más valiosa por ser diferente, sino que toda vida es valiosa por sí misma.

Muchos aprovecharon también para dejar un mensaje justificando por qué estaban allí y compartiendo por qué la vida merece ser respetada.

Quienes defienden el aborto como un derecho -cosa curiosa, porque es en realidad un delito-, parece que cierran los ojos ante una realidad objetiva, y es que la persona humana empieza su vida en el momento de la fecundación, de modo tal que no hay una posición intermedia que pueda justificar la privación de la vida de un ser tan indefenso como el nuevo ser que crece en el seno de su madre.

Por si fuera poco, estas personas solicitan al Estado que se legisle el aborto legal, libre y gratuito, pero también esta posición resulta equivocada, ya que el aborto “legal” ya existe, pues las leyes contemplan diversas exclusiones de responsabilidad ante las cuales a la mujer le es permitido terminar con la vida de su hijo si lo desea; el aborto libre resulta complicado porque si matar al hijo se convierte en un “derecho” que se puede practicar sin ninguna restricción, ¿acaso tomar la vida de cualquier otro también podría ser viable?

Y eso de gratuito todavía resulta más falaz, porque si así fuera, quizá quien no pagaría por el procedimiento sea la madre que pide terminar con la vida de su hijo, pero de gratis no tendría nada porque se tendrían que destinar recursos para instruir a los centros de salud a llevar a la práctica dicha política.

Otra mentira que gira es que hay que bajar la mortalidad materna y se la achacan a los “abortos clandestinos”, cuando en realidad son otras las causas que cobran la vida de las mujeres, como son la hipertensión, el cáncer, la diabetes, etc.

¿Por qué no mejor centrarnos en cómo garantizamos la vida de todos los mexicanos por nacer? ¿Por qué no se diseñan mejores políticas públicas para ayudar a las mujeres ante un embarazo inesperado?

La mujer quiere mejores servicios de salud que puedan satisfacer sus necesidades y las de sus hijos, quiere mayores oportunidades que le permitan terminar sus estudios o conciliar el trabajo y la familia, quiere que le apoyen para salir adelante, y el aborto no ofrece ninguna de estas soluciones.

Katrina, autora del blog “The Crescat”, dice que no hay consuelo para una madre que pierde a su hijo y que el aborto no sólo le arrebata la vida a un niño y su hijo a una madre, sino también despoja a la madre de sus lamentos, porque no puede reclamar públicamente el título de Madre.

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