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Algunos podrían estar pensando que Mérida está dejando de ser ese remanso de paz en donde la seguridad está garantizada, a juzgar por los hechos que se han estado suscitando, en donde la agresión de jóvenes hacia sus parejas se ha manifestado de forma muy violenta.

Personas han inundado las redes solicitando se decrete la alerta de violencia de género, sin embargo, consideramos necesarias algunas reflexiones.

Sin desestimar la gravedad de los hechos ocurridos, que dicho sea de paso no por ser perpetrados por habitantes del norte de la ciudad y ser más difundidos dejemos de ver los que ocurren a diario en las demás latitudes de nuestra ciudad y Estado, al final a la sociedad nos duele todo acto que conlleve a la violencia generalizada.

Si bien la alerta de violencia de género se ha tipificado en la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia como el conjunto de acciones gubernamentales de emergencia para enfrentar y erradicar la violencia feminicida, sea ésta ejercida por individuos o la comunidad; estableciendo también que su objetivo es garantizar la seguridad de las mujeres, el cese de la violencia en su contra y eliminar las desigualdades producidas por una legislación que agravie sus derechos.

También estipula que se puede decretar cuando los delitos del orden común contra la vida, la libertad, la integridad y la seguridad de las mujeres perturben la paz social, entre otras cosas.

La violencia está in crescendo porque algo está pasando en la dinámica familiar en la cual el Estado no tiene una injerencia directa, es decir, el Estado no puede acabar con la violencia como si se pudiera hacer un decreto para ello; tiene sí la oportunidad de facilitar algunas herramientas a través de la capacitación y la formación, pero ésta no sería eficaz si los valores morales se dejan de un lado.

¿Qué pueden hacer las instituciones gubernamentales para reinsertar a quienes por violencia han delinquido y lastimado a personas y seres queridos?

Lo menos es proporcionarles terapias de rehabilitación para que no vuelvan a recaer en dichas conductas, que se reformule el marco jurídico con apoyo de los terapeutas para que los victimarios no lo sean nunca más.

¿Y la familia? ¡Allí está el principal foco de atención! Cuando en una familia se cuela la violencia, la familia queda destruida de una u otra forma, las heridas que se abren pueden ser causa de terribles consecuencias, y hay que atenderlas antes de que sea tarde.

Los hechos que estamos viendo son un reflejo de lo que pasa en la familia y por ende en la sociedad.
Una alerta de violencia de género dirige los ojos a la víctima y sin exculpar a quien cometió el delito, porque hay que aplicarle el peso de la ley para hacer justicia, creemos que hay que hacer más.

¡Qué dolor que muchas personas no sepan afrontar sus frustraciones y problemas! Estos forman parte de la vida, y nuestra actitud marca la diferencia.

Vamos como sociedad a buscar ayuda para mejorar nuestras relaciones con los demás. ¡Necesitamos urgentemente una alerta de violencia de familia!

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