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Suena teléfono a las 23:00 horas y del otro lado del altavoz escucho tono vocal conocido, vinculante y que atrae recuerdos de toda la vida, quien me invita a sumarme a encuentro familiar como parte de las tradiciones de Yucatán; me refiero al festejo o conmemoración del día de muertos y sus tradicionales mucbilpollos. Esa voz dulce pero firme, cuyas palabras, más que una invitación, alcanzaban el nivel de orden, conflictuaban mi cotidiano devenir y planes personales. Al final mencionó: “Pocas veces nos reunimos, no vaya a ser que te arrepientas por la falta de convivencia, mañana es tarde”. ¡Eso cimbró mi interior!

Aunque no lo crean la ansiedad me atribuló, y caí en esa crisis de existencialismo, dentro de la cual frecuentemente me pregunto si mi quehacer cotidiano es el correcto, y en realidad equilibro la balanza de la vida entre lo personal y lo profesional. Hubiese sido algo trivial, si el comentario no proviniera de mi señora madre de 81 años de edad, y a quien el Creador me ha permitido conservar estable y con esa entereza y energía que pocas veces vemos en semejantes. Ipso facto me cuestioné sobre lo verdaderamente relevante de esta vida.

Más de alguno de nosotros se topa con la disyuntiva que me asaltó aquel día, y que te hace realizar reflexión personal sobre las veces que posponemos convivencia familiar dominguera por cumplir con tareas de índole extrafamiliar. Lo dictado me atrae a la mente alguno de mis artículos navideños, que derivaron de experiencia personal, que aún tengo fresco en la memoria y que intitulé como “Tan solo un día más”, evocando recuerdo de hace 4 lustros, cuando una madre con cáncer pedía al Creador prolongar su existencia 24 horas, para enmendar errores del pasado, acallando su conciencia.

Hoy y mañana estamos recordando a los fieles difuntos, y te cuestiono sobre las veces que hemos postergado ese momento de valorar y darle un pequeño gusto a quienes en el silencio y lejanía tanto te quieren. Cuántos ya han partido entre progenitores, hermanos, tíos y demás, a quienes solo lágrimas pudimos entregarles ante yerto cuerpo -y evocando a mi padre-, hemos llorado como cobardes lo que no defendimos como valientes. Cual anillo al dedo.

Amable lector, independientemente de la manera en que “festejes” las tradiciones, recuerda que debemos evitar solo ser parte de un día al año y ser parte de la historia, de forma activa, dinámica y eficaz, de aquellos a quienes tanto evocamos en este mes de noviembre. MAÑANA ES TARDE, EN VIDA HIJO…

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