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La visión estatista del gobernante, debe estar dirigida a encontrar soluciones con base en resultados; los componentes integradores de cualquier Estado son aquellos factores que inciden en el ciclo de vida de sus ciudadanos. En Yucatán, las condiciones geográficas nos permiten disponer de una multiplicidad de elementos propios y sui generis.

Somos herederos de una riqueza milenaria cultural y biodiversa a la vez, convergemos como un punto de enlace con el sureste, el centro del país, los estados colindantes con el Golfo de México así como el sur de Texas y la Florida.

Vivimos –orgullosamente– en la región más segura y hogar de familias tradicionales originarias y de personas radicadas de otras entidades, todos sumando a preservar la calidad y la historia de vida forjada por muchas décadas.

En la amplitud territorial, específicamente en la zona costera, tenemos un inmenso nicho de oportunidades turísticas y comerciales, debido a la existencia desde hace más de tres décadas del muelle fiscal del puerto de Progreso de Castro, mejor conocido como Puerto de Altura.

El Puerto de Altura progreseño tiene la capacidad dimensional para recibir transbordadores turísticos y simultáneamente a dos megacruceros de cuarta generación, ya que cuenta con canal de navegación con profundidad de doce metros y a once metros y medio en las dársenas de maniobras.

Frontera abierta y directa a los enlaces comerciales mundiales, exportó en el año 2016, según datos de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, 283 mil toneladas de productos, mientras que las importaciones fueron 2 mil 554 toneladas. Los principales rubros de bienes importados– exportados fueron aquellos de configuración nacional, los transformados por maquiladoras textiles, joyería o implementos electrónicos, los de henequén, los avícolas y porcícolas, perecederos, frutas, verduras, productos del mar y miel.

Las principales zonas de influencia territorial o hinterland de Progreso abarcan Campeche, Quintana Roo, Chiapas y Tabasco. Por otro lado, el foreland, es decir, el área en donde se conecta con otros puertos mediante sus rutas marítimas, son con los de Nueva Orleans, San Petersburgo y Miami en los Estados Unidos, San Andrés y Puerto Limón en Centroamérica, Cartagena en Colombia y Santo Domingo en República Dominicana.

Por otra parte, la llegada de visitantes nacionales, pero sobre todo extranjeros, inyecta a los sectores de la franja costera importantes ingresos para miles de familias dependientes del ramo, como son restaurantes, hoteles y vendedores de diversas mercancías.

El crecimiento del llamado “turismo de cruceros” ha tenido, de acuerdo con diversos estudios, un crecimiento exponencial, y en donde, aproximadamente, un 41 por ciento de los viajeros prefiere trasladarse hacia las aguas del mar Caribe mexicano.

Las cifras de la Secretaría de Turismo federal señalan que en los meses de enero a agosto de este año en curso, 5 millones 200 mil visitantes arribaron por vía crucero a algún puerto azteca, de los cuales 4 millones de ellos prefirieron llegar a puertos del Golfo-Caribe, un incremento del 14.5% respecto al mismo período en el 2017.

Por ejemplo, a Progreso llegaron 103 embarcaciones en el mismo período (enero-agosto), cifra significativa pero muy por debajo de Cozumel, a donde arribaron 866 embarcaciones; lo mismo podemos decir del número de pasajeros, en donde el municipio progreseño captó 310 mil 718 pasajeros, mientras que Cozumel ha recibido a cerca de 3 millones.

Esta semana llamó la atención la reunión que sostuvieron las representantes de la Asociación de Cruceros de Florida y el Caribe (FCCA), Michelle Paige y Erika Tache con el gobernador Mauricio Vila Dosal, el alcalde de Progreso Julián Zacarías, el alcalde Mérida Renán Barrera, así como el director del API, Raúl Torre Gamboa.

En ella, sus participantes reconocieron que la zona costera tiene el potencial turístico para despuntar como un destino preferente. Sin embargo, aún se cuentan con diversas carencias en la infraestructura y la oferta de servicios de primer nivel.

Es cierto, muchos de los cruceristas, prefieren viajar a Chichén Itzá u otras zonas arqueológicas que divertirse en nuestras playas, siendo que éstas tienen bellezas naturales inigualables.

Todo debe partir desde el orden y la limpieza del malecón y calles de la ciudad, porque darle una buena vista siempre atraerá a las personas, les gustará permanecer más tiempo; el ordenamiento comercial de la zona, para que el turista adquiera productos a precios competitivos, evitando la competencia desleal.

Asimismo es indispensable apoyar a los emprendedores y empresarios locales, con mayores incentivos fiscales para que puedan invertir en ofertar opciones variadas de entretenimiento, dándoles oportunidades de empleo a miles de personas.

Los gobiernos estatales, municipales y federales deben ser los principales colaboradores de la sociedad civil en la rama turística, transformar esfuerzos aislados y construir un proyecto integral costero que impulse el comercio y el turismo a gran escala.

*Maestra en Derecho y Doctorante por la Anáhuac Mayab

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