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Un ciclo es una secuencia de pautas o conductas que comprenden un inicio, un desarrollo y un final. Todo en la naturaleza es cíclico: las estaciones, las plantas, los animales, las relaciones interpersonales…

Una pareja tiene un comienzo, que lleva a una relación de unión (el “nosotros”), se va desarrollando una relación importante para ser una unidad con mutuos acuerdos, normas y esperanzas que en el mejor de los casos permiten el funcionamiento de la pareja hacia la satisfacción de sus necesidades y el espacio para la realización de sus metas comunes y particulares.

El periodo de introducción y de adaptación de ambas personas hará que cada quien se dé cuenta qué puede esperar de la otra, qué puede dar, la forma de interactuar, etc., hasta que en el mejor de los casos uno y otra se sienten en armonía y se encuentra y se procura una manera cómoda de funcionar. Esta es la fase del desarrollo. La pareja también tiene una fase de decadencia.

Todo tiene un punto máximo de desarrollo para luego decaer. Este es el punto en que urge prepararse para un cierre de ciclo.

¿Qué es un cierre de ciclo? Algo ya no funciona como antes, las cosas no están bien, pensamos, tontamente, que el tiempo lo arreglará. Llega la decepción. Son las campanadas que anuncian que algo está muriendo…

Sin embargo, esto es para dar paso a algo nuevo que, si te das cuenta, puede ser muy bueno. Dejar ir un ciclo con las manos vacías nos deja un vacío que nos impide seguir adelante.

Hay que convertir la experiencia y los recuerdos en tesoros para hoy y el futuro, se tiene que estar alerta para ver y aceptar con buena cara el cambio y emprender el nuevo ciclo haciendo conciencia de lo bueno que trae esa nueva etapa.

Para vivir lo anterior con plenitud es necesario detenerse un rato, evaluar, reconocer la influencia del pasado, identificar los patrones y tendencias que no sirven, rescatar los que sí sirven y ampliar la perspectiva personal y de los otros, de los hechos y de las situaciones; no es buscar culpables ni justificar o tergiversar los hechos o resignarse, sino todo lo contrario: se trata de mirarnos a nosotros mismos con dignidad y amor.

Luego entonces, “cerrar un ciclo” puede significar aceptar que la vida cambia y nos modifica, puede significar abrir nuestro “libro de vida” en busca de fortaleza, capitalizar experiencias, ver mis aciertos y perdonarme tantos errores y así aumentar mis recursos humanos, psicológicos, materiales y afectivos. ¡Adelante!
¡Ánimo! hay que aprender a vivir.

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