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Mentir es afirmar lo que se sabe que no es cierto, es negar la verdad. Engañar es dar a la mentira apariencia de verdad. Tergiversar es alterar los hechos, interpretándolos erróneamente, transformando razones y argumentos.

Mentir, engañar y tergiversar son los ingredientes de la deshonestidad. Generalmente todos nos creemos honestos, hasta que no se compruebe lo contrario y pensamos que no quitarle algo material de valor económico a otro ser humano es suficiente para decir y hacer que la sociedad nos trate como personas honestas.

Mentir se convierte en una enfermedad llamada mitomanía, que es mentir por mentir, hasta el punto de creerse las propias mentiras.

Su principal ingrediente es el engaño, toda vez que le damos apariencia de verdad a las mentiras en la forma como contamos y describimos los acontecimientos.

Es por eso que, cuando mentimos, necesitamos tergiversar los hechos reales, deshonrando al prójimo sin importar el costo, a conveniencia de nosotros.

La mentira es una prisión que nos encierra en nuestro interior, ya que para sostenerla siempre necesitamos de otra y otra mentira, formando así una cadena terrible y maliciosa. La mentira jamás es perfecta y por eso se requiere de otra, hasta el punto de volverse insostenible, descubriéndose entonces la verdad.

Nuestra vida se convierte en un lío, ya que tomamos por realidad lo que no son más que creencias que, a veces, no sirven de nada y nos agarramos a ellas porque no sabemos descubrir otra cosa.

En el fondo, tenemos una enorme inseguridad y para sentirnos mejor nos aferramos a nuestras creencias, muchas veces, sin revisarlas.

Un adagio popular dice: “En este mundo existen tres cosas que nadie se escapa de ellas: no hay plazo que no se cumpla, deuda que no se pague ni secreto que no se descubra”. Entonces, ¿para qué mentir? Reflexionemos…

No imites a nadie. Para ser feliz, se tú mismo, pues todo lo auténtico es lo real. La culpabilidad y la crítica no existen más que en la mente.

Quienes menos se preocupan son los que viven el presente y los que menos se preocupan por el futuro. Ocúpate por estar despierto, vive ahora y no te quitará el sueño el futuro.

Cuando tu mentalidad cambia, todo cambia para ti a tu alrededor. Lo que antes te preocupaba tanto ahora te importa menos e irás descubriendo cosas maravillosas que antes te pasaban inadvertidas.

Hay que revisar… para limpiar y darle lugar a la realidad, en el aquí y ahora.
¡Ánimo!, hay que aprender a vivir.

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