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Recién hemos vuelto a ver la película Bebé de Octubre, que narra el drama de una joven que se entera de que es adoptada tras sobrevivir a un aborto fallido a las 24 semanas de gestación, y el duro camino que emprende hasta perdonar a su madre biológica.

Basada en hechos reales, la historia de Hannah nos conmueve y mucho.
Se manifiesta la importancia de la vida intrauterina porque nuestra historia inicia en la fecundación y los meses de gestación, el alumbramiento y el desarrollo posterior nos van definiendo a nivel emocional y físico; por ello es posible que una persona tenga memoria de lo que le ocurrió durante su desarrollo, aunque no sea consciente de ello.

Hannah tenía un gemelo que no sobrevivió, pero ella es el milagro que esperaban sus padres adoptivos.
Su historia es poco común, pues casi nadie logra sobrevivir al aborto, lo que sí es común es que un bebé en gestación inesperado siempre es deseado, si bien no lo fuera para sus padres biológicos, lo es para una pareja que sueña con formar una familia.

El SÍ que los padres adoptivos dan, no los hacen diferentes de los padres que engendraron esa vida.
La sociedad hoy en día nos reta a cambiar la cultura para dejar de juzgar a las mujeres que por alguna razón dan en adopción a sus hijos, y ante el incremento del embarazo adolescente hay que trabajar con los hijos para que tengan dominio de sí mismos como el medio más eficaz para evitarse conflictos.

¿Qué tenemos alrededor? Que nos venden como solución ante el problema de un embarazo no planeado la práctica del aborto, que exaltan el término “derecho sexual y reproductivo” para empoderar a una juventud inmadura que no sabe qué hacer con la libertad porque no se le ha formado en la voluntad, y ahora los nuevos legisladores tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados están presentando iniciativas para despenalizar el genocidio de bebés en gestación.

¡Qué equivocados están los que promueven estas ideas! Tendrían que conocer las historias de mujeres que han abortado para saber que ello supuso el inicio de los problemas y no la solución que buscaban, por decirlo de alguna forma, fueron víctimas de sus circunstancias.

El aborto no solamente constituye un crimen contra una vida, sino contra dos vidas, la del bebé y la de la madre, porque el trauma que supone para una mujer “deshacerse” de su propio bebé es de tal magnitud que no vemos muchas mujeres que anden por ahí contando a todo el mundo lo que han hecho, por el contrario, se callan, es demasiado doloroso como para presumirlo y difícilmente consiguen olvidarlo.

Sin embargo, qué valientes son esas mujeres que a pesar de las dificultades optaron por dar vida renunciando a su maternidad para darle a su hijo la oportunidad de crecer en el seno de una familia que lo anhela, lo espera, lo ama.

Los bebés gestados en el corazón de los padres adoptivos cambian por completo el embarazo de una mujer para convertirlo en un bebé muy deseado.

En VIFAC (Tel. 9271414) y en AME (Tel. 9232332) son especialistas en ayudar a la mujer ante un bebé inesperado, quienes en un 85% deciden ser madres y el 15% restante los da en adopción. ¡Todos al fin son casos de éxito que salvan las dos vidas!

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