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Con las noticias que se anunciaron el pasado lunes, no sabe uno si reír o llorar ante lo que seguramente nos espera con el nuevo gobierno que inicia funciones en diciembre.

Son muchas las voces que se están levantando en contra de la famosa consulta ciudadana que el equipo de transición del presidente electo, Lic. Andrés Manuel López Obrador, organizó para el fin de semana a fin de conocer la opinión de los ciudadanos con respecto a si va o no va la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, aun cuando ya registra un avance del 30% y están encaminados diversos contratos para ello.

No entraremos al tema específico de esta consulta, es decir, si es o no viable el proyecto en uno u otro lugar, más bien nos centraremos en las cuestiones que el nuevo presidente pretende resolver con consultas al pueblo sin que ellas estén bajo el amparo de la ley.

De verdad preocupa, y mucho, que quien va a conducir las riendas del país hable de que actuará “apegado a la legalidad” y no lo haga; dice que sus decisiones las tomará “con respeto absoluto al estado de derecho” y pareciera que no sabe lo que es el estado de derecho; para acabar, ni siquiera es el presidente en funciones y ya se conduce como si lo fuera, denostando y minimizando la figura de Enrique Peña Nieto.

En un país como México existen instituciones que se rigen en torno a nuestra Carta Magna, y diversas leyes y normas jurídicas que dan pie al orden que debe seguirse para contar con un auténtico estado de derecho, y si quien en primer lugar está llamado a poner el ejemplo, como lo es el presidente electo, no lo hace, ¿qué podemos esperar de todos sus colaboradores?

Hacer una consulta por supuesto que está bien, pero ella debe de hacerse con absoluto apego a la ley, y para ello contamos con la Ley Federal de Consulta Popular y en ella están todas las reglas para llevarla a cabo. Lo que ocurrió este fin de semana no solo fue una farsa, sino una verdadera burla a los mexicanos.

¿Por qué no participamos más? Porque sabíamos que era una vacilada, casi un juego del tipo “100 mexicanos dijeron”; no convocó a ella la autoridad competente, no se siguieron las reglas para darle validez oficial, por lo cual de ningún modo puede ser vinculante y, por si fuera poco, el 1% de la población participante dista muchísimo del 40% de la lista nominal de electores que le da validez, como consta en el artículo 64 de la Ley Federal de Consulta Popular.

¿Qué nivel de seguidores tiene nuestro futuro presidente que se dejan engañar con cualquier atole? Su decisión ya estaba tomada, no quiere el nuevo aeropuerto en Texcoco y ha montado este show para justificarse con consultas sin aval.

Lo terrible es que con decisiones así se va a llevar al país entero “entre las patas”, dice que no nos vamos a parecer a Venezuela, y eso está por verse…

Mientras tanto, los mercados ya están reaccionando, el peso se devaluó, la Bolsa Mexicana de Valores tuvo un retroceso del 4.2% y Morgan Stanley ya bajó su recomendación para invertir en México. Al tiempo… y ojalá nos equivoquemos.

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