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Es de llamar la atención cómo la ex ministra de la Corte, Olga Sánchez Cordero, quien ocuparía la Secretaría de Gobernación, quiere invadir un ámbito que le pertenece al sector privado, pues la familia le pertenece a quienes la han fundado, es decir, a los padres de familia.
Esta intromisión atenta contra uno de los derechos constitucionales consagrados en el artículo 4º, donde se expresa con claridad que la ley protegerá la organización y el desarrollo de la familia, y no que la ley transformará y rediseñará a la familia.

¿Qué dice Olga Sánchez Cordero? Ella festeja que su proyecto será “democratizar a la familia” transformando la concepción patriarcal, machista y de subordinación y de sometimiento de niños, adultos mayores y de las mujeres.

Dice que hay que cambiar los roles desde la familia, en donde los niños no son personas con derechos plenos, sino objetos de protección; en donde se oculta a una persona con discapacidad o algún adulto mayor… y resume que su tema será la democratización de la familia desde el seno familiar.

Queriendo leer en su propuesta que tiene buenas intenciones, al final muchas cosas no nos cuadran; reconocemos que tiene un diagnóstico cercano a la realidad que hay que apuntalar, pero definitivamente sus formas no son las más adecuadas.

Lo primero que podríamos responder es que los hijos de esas familias que pretende democratizar no son suyos ni del Estado, por lo cual no están en un régimen que le competa a ella o al gobierno; los hijos están en custodia de los padres, ya que tampoco ellos son sus “dueños’ como si de objetos se tratara –cosa que ella misma critica cuando dice que los hijos no son objetos sino sujetos.

Los padres tenemos la gran responsabilidad de hacer de nuestros hijos personas autónomas, igualmente responsables de sus actos, solidarios y subsidiarios con los demás, por citar solo algunas de nuestras funciones, y esta la debemos desempeñar papá y mamá con la complementariedad que nos caracteriza.

Dice que a los niños hay que darles voz porque son sujetos de derechos, cuando en realidad los niños eso son y a los padres nos toca dirigirlos y educarlos; no podemos estar sujetos al vaivén de sus ocurrencias, debemos respetarlos porque sus derechos –y los nuestros– son ampliamente conocidos, no hay que inventar nuevos derechos, pero también hay que conocer y hacer cumplir las obligaciones de cada quien.
Los que sí le compete al Estado, como lo establece la propia Constitución, es ser subsidiario con la familia mexicana, garantizar escuelas de calidad y para todos, hospitales y servicios de salud, sistemas eficaces de seguridad, una economía fuerte y que avale el crecimiento y el desarrollo del país, que cada familia pueda tener un techo digno y que se pueda erradicar la pobreza para que no se sufra hambre. Esto es lo que la familia necesita y lo que el gobierno tiene la obligación de impulsar.

¿Pero cuáles son las propuestas de la ex ministra Cordero para ello? ¿El aborto para eliminar a los niños que dice proteger?, ¿la eutanasia para eliminar a los adultos mayores o personas con discapacidad? Todavía no nos queda claro cómo eliminará a los “machos mexicanos” del sistema patriarcal que someten a las mujeres, que ellas mismas han elegido como pareja o que ellas mismas educan.

Sin avalar la conducta machista, nos parece que el camino no va por allí.

Lo que mejor beneficia a los hijos es su familia, y a lo que estamos llamados todos es a protegerla salvándola de modelos colonizadores que pretenden destruirla.

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