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Desde hace muchos años apareció un libro escrito por médicos estadunidenses que de alguna forma planteaba en forma empírica que el vínculo entre la madre y su bebé en gestación les conecta no solo en el plano emocional y mental, sino que el bienestar materno tiene grandes repercusiones en el desarrollo del niño desde su concepción.
El psiquiatra Thomas Verny, uno de los autores del libro “La vida secreta del niño antes de nacer”, les enseña a las futuras madres diversos tips para potenciar el conocimiento y el aprendizaje para neutralizar conflictos que les pudieran afectar y que surgen siempre durante el embarazo, a la vez que les da una guía para hacer de ese período una experiencia enriquecedora tanto para ellas como para sus hijos.

Hoy día que se ha avanzado tanto en la ciencia, lo que antes se demostraba de forma empírica ahora se hace con otros métodos.

Si el libro antes citado marcó una diferencia entre las mujeres que lo hemos leído, tanto más los nuevos hallazgos que en materia de neurociencias y genética se han descubierto para que se cuente con mayores argumentos para la defensa de la vida.

Al parecer, a algunos no les basta con saber que si la vida inicia en la concepción debe ser protegida en todo momento y que las 40 semanas de gestación son de suma importancia en el desarrollo del ser humano y que no se le puede tratar solamente como si fuera “un conjunto de células”, porque si a esas vamos, los que hemos nacido también lo somos.

En 2007, el New York Times publicó una entrevista realizada el Dr. Shin’ya Yamanaka en ocasión de haber recibido el Premio Nobel. Él había estado investigando con células madre embrionarias, y cambió para empezar de cero al visitar una clínica de fertilización in vitro y ver en el microscopio uno de los embriones almacenados, pues pudo constatar que la diferencia entre ese embrión y sus hijas era muy pequeña y que no podía seguir destruyendo embriones así, que tenía que haber otra forma, misma que encontró siete años más tarde declarando que el fin no justifica los medios.

En la Universidad de Helsinki se han realizado otras investigaciones para demostrar el despertar de la conciencia en los bebés; cómo la música es un facilitador del lenguaje; cómo el instinto maternal es una realidad biológica compartida universalmente, así como que existe un patrón universal para comunicarse con el bebé en gestación.
Para una de las investigadoras finlandesas, Minna Huotilainen, el estudio es relevante ya que rastrean la duración de los recuerdos fetales en el cerebro y permite conocer ciertos fundamentos de la memoria en esa etapa.

Con estudios como los llevados a cabo en esa universidad, se concluye que el cerebro del bebé en gestación es capaz de llevar a cabo aprendizajes auditivos antes del nacimiento y que pueden influir en la memoria, la adquisición del lenguaje durante la infancia, y van más allá porque también sería posible hacer intervenciones tempranas durante el embarazo cuando dichos bebés cuenten con familiares directos que padezcan dislexia o hayan tenido dificultades en el habla.

Hay muchas otras investigaciones interesantes en torno a los bebés en gestación, a cargo de universidades en Noruega, Inglaterra y Estados Unidos, por mencionar solo algunas, así que llama mucho la atención que cuando la ciencia avanza en estos hallazgos, otros grupos parecieran no conocer o desestimar lo que los expertos tienen que decir al respecto.

Con todas estas evidencias (y muchísimas más) resulta contradictorio y penoso que los países crean que el mejor ofrecimiento que le pueden hacer a una mujer ante un embarazo inesperado, sea por violación o cualquier otra índole, resulte el aborto.

¿Por qué no mejor le apoyan para tener al bebé? Si no está en condiciones de ser madre ¿por qué no garantizar que la vida continúe para dar al bebé en adopción?
Nos parece que los gobiernos tendrían que hacer como el Dr. Yamanaka, que al ver que su estudio destruía embriones cambió la senda para afirmar y conseguir con éxito que sí había otra manera.

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