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“Sana, sana, colita de rana…”, la columna Viernes Cultural acaricia maternalmente a El Transcriptor, luego de breve visita a Acapulco. ¿Y qué pasó, cuéntame, porque estás adolorido, con la cabeza hinchada y vendada, y el brazo enyesado, si tú fuiste como experto internacional en materia educativa?

Apenas empezaba mi discurso, como antaño, con una sentencia irrefutable: “Hablar de la reforma educativa es hablar de educación”, cuando escuché silbidos ensordecedores.

El erotómano de su vida había asistido al Foro de Consulta Estatal Participativa por una mejor educación, convocado por AMLO, para dictar una conferencia magistral, y así iluminar a los mentores guerrerenses acerca de los vericuetos de las evaluaciones, no punitivas, se aclara, de esas, otro orador intervendría a petición de Moctezuma, quien como se sabe será secretario… pero parece que nos desviamos del asunto acapulqueño, así que mejor seguimos con el relato.

Volví a empezar, “Hablar de la reforma educativa…”, cuando entonces una botella de agua, creo de un litro y medio, rebotó en mi cabeza, dio tres vueltas en el aire, y rebotó de nuevo en mi cabeza, y así sucesivamente, no lo entiendo.

Ni modo, otra vez: “Hablar de la reforma educativa…”, cuando luego de una mentada de madre, una silla plegable y acojinada me tiró del pódium, y no pude levantarme, ya que siguió la segunda, la tercera, la sexta, séptima, sillas voladoras, alzadas por los “sntistas” y por los “cntistas” también. Y se acabó el Foro, no pude pasar de las primeras estrofas: “Hablar de la reforma educativa…”, cuando por fin desperté, ya no había nadie en el centro de convenciones, el Foro se había cancelado, abrogado, antes incluso que la reforma educativa. Al final, no me fue tan mal, en el hospital me curó una bellísima acapulqueña, con minibikini, con grandes gemelas de arriba y de atrás, que acudió rapidísimo a cumplir con su deber: curar al desvalido.

¿Y por qué tu brazo enyesado?

Bueno, ejem, la enfermera me aplicó una llave que envidiarían El Santo, Blue Demon o Mil Máscaras cuando quise acariciarle sus rosaditas, primorosas nalguitas en reciprocidad por sus delicadas atenciones.

De nada… Saludos…

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