Democracia, corrupción y una ficha verde chiapaneca

Una campaña para gobernador en un estado mediano debe costar unos 400 millones de pesos. El tope legal anda por 45. La diferencia llega en negro, en efectivo, o en favores de empresarios, sindicatos y otras corporaciones.

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Luis Carlos Ugalde escribió para Nexos de este mes un artículo con una perspectiva que debería incorporarse pronto a la discusión sobre las múltiples maneras en que se debe actuar para combatir la corrupción en México (http://goo.gl/zo2aiN).

El resumen de su argumento es el siguiente: al contrario de lo que dice la teoría clásica, que a mayor democracia y pluralismo menos corrupción, o al menos menor impunidad frente a la corrupción: “Cuando llega el pluralismo las patas jurídicas de la mesa están mochas, el mueble se tambalea y puede colapsarse. La alternancia y el pluripartidismo con un débil estado de derecho invitan a la parranda sin control: no hay reglas de respeto ni límites al ejercicio del derecho a beber. Por eso en México los engranajes de la teoría democrática no han surtido efecto e incluso el experimento asemeja un reloj con las manecillas en sentido contrario: en lugar de que la democracia hubiera estimulado el mecanismo reductor de la corrupción, más pluralismo parece justamente haber detonado más avaricia de los políticos y más niveles de corrupción”.

Las reglas electorales, me dijo Ugalde ayer, solo incentivan la tranza. Me pone un ejemplo: una campaña para gobernador en un estado mediano debe costar unos 400 millones de pesos. El tope legal anda por 45. La diferencia llega en negro, en efectivo, o en favores de empresarios, sindicatos y otras corporaciones. Todo gobernador que gana llega con una deuda que habrá de cumplir con obra y contratos.

La fragmentación del poder político ha abierto múltiples ventanillas para corromper y ser corruptos. La manera en que se construyen y mantienen los partidos políticos, también.

Mientras no se ataque este problema, dice Ugalde, cualquier sistema anticorrupción quedará corto.

LA FICHA VERDE

Un ejemplo: Emilio Salazar, chiapaneco, empresario de la educación, fue panista, cuando eso estaba bien, gente de Juan Sabines, cuando era la moda y de ahí se hizo verde —todo es verde en Chiapas— y cuando fue secretario del ayuntamiento de Tuxtla se sirvió con la cuchara grande y se autorizó a sí mismo instalar sus gasolineras en cuatro de sus predios. Ahora es diputado local, presidente de la Comisión de Hacienda, y en unos días será plurinominal federal.

No está mal. La democracia tiene sus ventajas.

Lo más leído

skeleton





skeleton