Desalentador mensaje presidencial

No abona en nada a la recuperación de la credibilidad y confianza perdidas. Más bien pareciera anunciar el inicio de un año electoral donde lo importante es seguir prometiendo y anunciando medidas insuficientes.

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Un mensaje presidencial es valioso en la medida que presenta a la opinión pública un diagnóstico certero y sereno de la situación por la que atraviesa el país, reconoce deficiencias, plantea los retos y la dirección a seguir, vislumbra las oportunidades por aprovechar, anuncia –en su caso- correcciones a implementar y las medidas concretas para seguir avanzando.  Su eficiencia podría medirse en la motivación, esperanza o certidumbre que genera en el ciudadano. 

El mensaje del presidente Peña Nieto con motivo del Año Nuevo carece de esos elementos. No abona en nada a la recuperación de la credibilidad y confianza perdidas. Más bien pareciera anunciar el inicio de un año electoral donde lo importante es seguir prometiendo y anunciando medidas insuficientes para revertir la mala situación en que se encuentra inmersa la nación.

Y no se me malentienda. No es que se desdeñe la bondad de acabar con gasolinazos, reducir –sólo marginalmente- tarifas eléctricas, regalar televisores y demás datos informados. Lo que se afirma es que de tan insuficientes medidas sólo se puede generar desaliento.

El discurso mismo es un ejemplo de mala retórica. Anuncia el Ejecutivo Federal que este año su máxima prioridad es que a las familias mexicanas les vaya bien. ¿Acaso no esa debería ser la prioridad todos los años?

Nada concreto para revertir la crisis política, social y de inseguridad que padecemos. Nada comentó sobre las postergadas reformas para una mayor transparencia, combate a la corrupción y a la impunidad. Las medidas para generar crecimiento, enfrentar la caída de los ingresos petroleros, disminuir el creciente gasto y endeudamiento público, revertir la depreciación de nuestra moneda y evitar la inflación que todos vemos a la vuelta de la esquina estuvieron ausentes. 

Mensaje presidencial que genera más desconfianza y preocupación en las familias mexicanas.

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