Fuenteovejuna

El caso de Chablekal es un ejemplo de que la violencia siempre parece ser la primera opción ¿Y quiénes son culpables? Yo diría que todos los involucrados.

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El otro día leía de un experimento que hizo una mujer en una galería de arte. Prometió que se iba a quedar de pie, sin moverse, durante determinado periodo de tiempo, sin importar lo que le hicieran o dijeran. A un lado de ella puso una serie de artículos: flores, ropa, pintura, cuchillos, una pistola cargada. La gente podía acercarse a ella, tocarla o decirle lo que quisiera.

Al principio le pusieron flores, pero la cosa fue escalando a niveles violentos de forma muy rápida: le clavaron espinas en el estómago, le apuntaron con el arma cargada en la cabeza, la insultaron, le quitaron la ropa. Al final del tiempo estipulado, cuando por fin pudo caminar, nadie la volteaba a ver, porque no podían darle la cara después de lo que le hicieron. La mujer comprobó que, cuando se le da la opción, la gente puede llegar a ser muy violenta. Como si la violencia fuera la primera opción. 

Esta semana sucedió algo perturbador en Chablekal. La historia corta: una familia, en la que hay un adulto mayor, invade un predio, el dueño ejerce acción legal y un juez ordena el desalojo. Van a hacer la diligencia acompañados de un grupo de policías, hasta ahí todo iba bien. De repente, según cuenta el comisario en varias entrevistas, uno de los policías agrede a una de las personas a las que están desalojando y ahí empieza el problema. La gente se da cuenta y se levanta en armas, con piedras y palos. Agreden a la fuerza pública, que pide refuerzos para contener a la multitud. El saldo del enfrentamiento fueron varios detenidos y una multitud furibunda que decide saquear el negocio del presunto dueño del predio. 

Ese es un ejemplo de que la violencia siempre parece ser la primera opción, empezando por el policía que inició la agresión y terminando con la multitud enardecida apedreando a los policías y destruyendo el negocio. ¿Y quiénes son culpables? Yo diría que todos los involucrados, desde los que invadieron el predio hasta los que no se metieron pero alentaron a los que sí. Ya no tenemos que hablar de la policía represora, tenemos que hablar de la violencia que manejamos, individualmente, sin importar a qué nos dedicamos.

¿Se acuerda de aquellas caricaturas de Goofy, en las que apenas se subía al coche se transformaba en una persona agresiva? Bueno, así somos. Lo que sucedió en Chablekal es triste, porque es una radiografía de todos nosotros. Sin embargo, al parecer en la vida real sí existen los finales felices. Al parecer los detenidos ya han sido liberados y el gobernador le va a dar una casa a la persona a la que estaban desalojando. Así que cada quien con lo suyo y todos contentos. 

Y al respecto, sería buena idea que leamos Fuenteovejuna, aquel clásico de la literatura escrito por Lope de Vega que, por cierto, está basado en una historia real.

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