|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Se corrió el rumor de que circulaba por los pasillos de la Universidad un libro de los deseos. No se sabe bien cómo ni cuándo, pero es verdad que alguien escribió una imploración de cambio en su vida para escapar de la poco pragmática rutina de las clases. Meses más tarde, a esta persona se le concedió una beca de movilidad y hoy en día disfruta de los secos vientos etíopes.

Aquello provocó tal escándalo que el comité académico tuvo que convocar a un debate, por no decir congreso, coloquio, conferencia magistral o demás eventos protocolarios que podrían prestarse a los malos entendidos.

Entonces un lunes por la mañana las clases fueron suspendidas y el grupo de doctores, maestros y administrativos entraron en disputa por la situación bibliográfico-fantástica que acontecía.

El primer tema que se debatió fue del tipo nominativo. En un principio no sabían cómo referirse al objeto.

Algunos sugirieron que fuera una antología del pensamiento y aspiración psicológica; sin embargo, los sociólogos determinaron que éste era más bien un fenómeno político que se insertaba en el horizonte del imaginario colectivo. Lo siguiente por determinar era si este objeto tenía o no un contenido estético.

En algún momento del debate, Henrik Van Strotenmeyer, semiólogo de alta trayectoria, propuso que se liberara al libro en su hábitat natural.

Quizá el hecho de que permaneciera durante tantas generaciones en cautiverio había propiciado que el significado de libro y de deseo -en algún momento de la historia sinónimos- entraran en conflicto. Además, según el docto en el significado de las cosas, podría verse también cómo en un estado natural el libro podría reproducirse, envejecer y morir.

No se conoce con exactitud el paradero del libro. Lo que sí es un hecho es que los académicos últimamente se ven más apresurados; corren nerviosos a dar una cátedra, no dejan de publicar, como si el tiempo se les estuviera yendo de las manos. Y también es verdad que ahora abundan las tesis sobre la poesía creacionista de Vicente Huidobro.

Lo más leído

skeleton





skeleton