|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Constantemente somos víctimas de la inquietud de nuestros ojos. A veces podemos controlar el movimiento ocular para no parecer indiscretos ante tales o cuales situaciones, y a veces perdemos el dominio de la mirada cuando nos encontramos ante algo que nos absorbe y promete fascinarnos entre la curiosidad y lo mágico.

¿Qué sueles observar, lector? Personalmente siempre he tenido una fascinación con las manos, porque las manos cuentan historias y también con ellas proyectamos nuestro interior; esos impulsos, esas frustraciones, esas alegrías. Tocamos, rechazamos, palpamos y acariciamos. A veces las manos son el móvil del alma.

En la historia que corresponde a esta semana, la autora argentina Cecilia Courtoisie trae para nosotros su cuento “Almas con olor a cebolla”. En él, las manos de una mujer son el punto de partida para una historia que toca las fibras de muchos latinoamericanos; especialmente la de aquellos que llevamos en la mente y el corazón el recuerdo de quien tuvo que salir de casa y dirigirse a una nueva patria; hacia nuevas oportunidades. ¿Movimientos migratorios necesarios? Pudiera ser.

A veces no sabemos lo que miramos. Dentro de la historia, el narrador construye una realidad a través de las manos de una mujer que vende verduras; de pronto estamos observando también sus manos y seguimos hipnotizados el ritmo de los movimientos para quedar atrapados bajo un encanto que tiene fines revelatorios escondidos: esa fuerza dactilar cuenta la historia de quien ha intentado buscar un mejor futuro fuera de su país.

La mujer intentó hacerlo de la manera correcta y con los papeles en mano. Pero las barreras burocráticas no se hicieron esperar y frustraron la posibilidad de transitar de manera segura y libre. ¿Qué le quedaba?

Seguimos la historia con empatía y miramos cómo esas manos guían a otras más pequeñas en un camino con miras a nuevas oportunidades; porque a veces nuestro territorio no basta o no es justo con todos. Las manos que trabajan suelen guiar a los cuerpos; nosotros podemos cuidar el tránsito de quienes no tienen otra opción que caminar.

Lo más leído

skeleton





skeleton